El asesino de Josué Delgado tenía experiencia: apuntó a órganos vitales

Cinco disparos repartidos por el torso y que dieron de lleno en órganos vitales. Es uno de los datos que este martes llegarán al juzgado de Telde que instruye el caso del asesinato de Jonathan Josué Delgado Bordón, alias el Conejero, junto con las investigaciones de la Policía Nacional y la presencia de los dos detenidos el pasado sábado en Las Palmas de Gran Canaria.

Ese mismo día se practicó en el Instituto de Medicina Legal la autopsia al cadáver de Josué, que murió al instante fruto de la gravedad de las heridas sufridas. Los intentos de reanimación por parte del personal sanitario desplazado de urgencia a Las Longueras fueron infructuosos: las daños en los órganos vitales afectados eran incompatibles con la vida. Ese hecho avala la tesis de que la persona que disparó tenía experiencia en el manejo de armas. Junto al autor material del asesinato, fue detenido otro hombre que colaboró con él.

Ambos fueron capturados por agentes de la Policía Nacional vestidos de paisano el sábado en la calle Presidente Alvear de la capital grancanaria, en la confluencia con la calle Cirilo Moreno. En cuestión de pocos segundos fueron reducidos e inmovilizados, bajo la incrédula mirada de los viandantes y quienes transitaban en coche por el lugar. Algunos de los policías iban con pasamontañas y fuertemente armados.

En estos días las investigaciones se han centrado no solo en dar con el autor material y su cómplice -ambos de nacionalidad colombiana-, sino también con quien o quienes dieron la orden de acabar con la vida de Josué. De hecho, la primera línea de investigación se centró en un ajuste de cuentas entre clanes dedicados al narcotráfico. Todo ello abonado por el hecho de que Josué era sobrino de José Jesús Calderín, alias el Negro, considerado líder de un grupo dedicado al tráfico de drogas y que cumple pena de cárcel tras ser condenado en mayo junto a su hijo por una violenta agresión a dos personas en 2022.

La celeridad policial en las detenciones -48 horas desde el crimen hasta la captura del presunto asesino y su cómplice- ha contribuido a atajar la alarma social por el impacto del crimen. Ese impacto se acrecentó al encadenar en los pocos meses la isla de Gran Canaria varios delitos poco habituales y de gran relevancia: el secuestro de una mujer y su hijo en El Salobre también por un ajuste de bandas; la muerte a tiros en el aeropuerto de Gran Canaria de un joven migrante que atacó con un cuchillo a pasajeros y a un taxista, para abalanzarse seguidamente sobre agentes policiales; el crimen de un abuelo a manos de su nieta, el de una mujer estrangulada en El Zardo y también el crimen de otra fémina a manos del dueño del bar Arenales, en pleno centro de la capital grancanaria. A eso hay que añadir los dos asaltos violentos a una misma joyería en un centro comercial de Gran Canaria.

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