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Ana Obregón llenó portadas al convertirse en madre por este método EFE

De tripas, corazón

Una práctica polémica. La gestación subrogada sortea las prohibiciones y gana terreno entre los españoles. Entre 2010 y 2023 se recibieron en el país 3.785 solicitudes para inscribir a bebés nacidos por sustitución

Rochell de Oro

Sábado, 6 de septiembre 2025, 12:00

Cada 36 horas, en España, una familia inicia los trámites para registrar a un bebé nacido por gestación subrogada en el extranjero. Lo hacen personas ... anónimas y también celebridades. El caso más reciente fue el de la actriz y presentadora Ana Obregón, quien a los 68 años fue madre de una niña nacida por este método en Estados Unidos. El debate se intensificó porque, aunque la niña es legalmente su hija, biológicamente es su nieta, ya que fue concebida con esperma de su hijo fallecido. Esta práctica se ha popularizado por la dificultad para concebir de forma natural en muchas parejas españolas. A excepción de 2024, cuando los nacimientos aumentaron un 0,43% respecto al año anterior, según cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE), la caída en la tasa de natalidad acumulaba ya una década.

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Factores como el retraso en la edad de maternidad, el sedentarismo, el estrés y una alimentación inadecuada alimentan este problema. Según la Sociedad Española de Fertilidad, entre el 15% y el 20% de las parejas en edad reproductiva enfrentan dificultades para ser padres. Los tratamientos de fecundidad y reproducción asistida se han convertido en una alternativa para muchas personas que desean formar una familia. Pero ¿es ser padre o madre un derecho? Jurídicamente, en España no lo es. La Ley 14/2006 sobre técnicas de reproducción humana asistida declara nulos los contratos de gestación por sustitución. Además, el 1 de mayo de 2025, el Ministerio de Justicia aprobó una instrucción que prohíbe también el registro directo de los menores nacidos por gestación subrogada en el extranjero, aun cuando exista una resolución judicial que valide el procedimiento, como se hacía anteriormente, limitando la inscripción sólo por vínculos biológicos o por adopción.

Según los datos del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, entre 2010 y 2023, se recibieron en España un total de 3.785 solicitudes para inscribir a bebés nacidos por gestación subrogada en el extranjero. Estados Unidos y Ucrania han sido los principales destinos para este tipo de práctica. Sin embargo, la tendencia en Ucrania ha disminuido drásticamente en los últimos años, en favor de otros destinos más económicos como Georgia o México.

En España, se desconocen las cifras oficiales. Según Pablo Bilbao, portavoz de la asociación 'Son nuestros hijos', «no hay un dato como tal, porque no lo puede haber. De la misma manera que no hay un dato de cuánta gente se va a tratar el cáncer a Houston, tampoco sabemos cuánta gente recurre a países donde está regulado a realizar un proceso de gestación por sustitución».

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«Económicamente no fue lo que esperaba, y emocionalmente fue mucho más duro», admite una madre de sustitución

Nerea Beláustegui -nombre ficticio- es una bilbaína de 38 años que se sometió a tratamientos de fertilidad para lograr ser madre, pero ninguno le funcionó. «Nos dijeron que ya no había más opciones. Lo pasamos muy mal. Pero entonces comenzamos a investigar y descubrimos que en otros países existía una alternativa», cuenta. Después de cinco años de intentos, ella y su pareja optaron por la gestación subrogada en Estados Unidos. Actualmente, su hija tiene dos años y no descartan repetir el proceso en el futuro.

Con el propósito de apoyar a familias como la de Beláustegui, Carol Reyes, residente estadounidense, ha sido gestante en dos ocasiones para parejas europeas. «Lo hice porque tengo amigas que no pueden tener hijos, no por dinero. Fue mi forma de ayudar. Me sentí valorada y sobre todo útil. Es satisfactorio poder ayudar a completar familias», comenta. Un discurso que cuestiona una de las críticas más consolidadas sobre la gestación subrogada: que esta práctica recae sobre mujeres pobres o vulnerables. De hecho, un estudio de la Universidad Pública de Murcia, realizado con 231 gestantes norteamericanas, demostró que la mayoría de las participantes contaban con estudios superiores (72%) y estaban empleadas (87%). Además, el 88% de ellas, afirmó haberlo hecho por altruismo.

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Explotación

Sin embargo, los resultados contrastan con otras realidades documentadas en contextos diferentes. En países donde la regulación es más laxa, como fue el caso de India antes de su reforma de 2018, mujeres con escasos recursos aceptaban embarazos subrogados por necesidad, sin garantías médicas o legales.

En el continente sudamericano, la realidad es similar. La mexicana Mariana González asegura que aceptó ser gestante para una pareja de extranjeros «porque necesitaba el dinero». González trabajó de manera independiente, ya que «no conocía ninguna agencia y me parecía mejor arreglar todo de manera directa con ellos; pensé que así sería más sencillo». Pero la experiencia no fue tan satisfactoria. «Económicamente no fue lo que esperaba, y emocionalmente fue mucho más duro sin acompañamiento. Además, en el embarazo tuve muchas complicaciones», concluye.

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Un estudio publicado por Annals of Internal Medicine (2024) indica que las gestantes presentan un mayor riesgo de complicaciones obstétricas, además de preeclampsia, hemorragias posparto o sepsis. De hecho, confirman que la tasa de dolencias graves es del 7,8% en gestantes, un porcentaje superior al 4,3% registrado en embarazos por fecundación in vitro y el 2% en embarazos naturales.

Para Pablo Bilbao, estos riesgos no invalidan el proceso cuando se realiza en contextos controlados. «En países como Estados Unidos, donde el sistema está regulado desde hace 40 años, hay garantías legales, equipos médicos de primer nivel y abogados independientes para ambas partes. No se trata de un contrato frío, sino de una relación de confianza entre familias». El portavoz de la asociación sabe del tema. Es padre por gestación subrogada de un niño y una niña de 7 y 5 años nacidos en EE UU, cada uno con una mujer distinta. Ambas gestantes, recuerda, eran madres previamente, con vidas estables, comprometidas socialmente y motivadas por el deseo de ayudar. «La primera era activista feminista y del colectivo LGTB en Chicago. Quería ayudar a una amiga que no podía gestar. Luego quiso seguir adelante ayudando a otra familia, que fuimos nosotros», cuenta. El proceso, tal como lo explica, está minuciosamente pautado. Incluye evaluaciones psicológicas, acuerdos legales supervisados por abogados independientes para ambas partes y un acompañamiento continuo.

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Impacto en la salud mental

«Ellas te eligen a ti. Hacen un 'match', como si fuera una entrevista cruzada. Y desde ahí, si hay acuerdo, comienza una relación muy cercana», relata. Su experiencia fue tan positiva que aún mantienen contacto con las gestantes. «Somos familias extendidas», dice.

Sin embargo, Ibone Olza, psiquiatra y directora del Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal, lleva más de una década denunciando esta práctica por el impacto en la salud mental de las madres y bebés. En el caso del bebé, este debe enfrentarse, según la psiquiatra, a un conjunto de pérdidas: falta de vínculo con la madre en el embarazo, mayor riesgo de prematuridad, ausencia de lactancia materna o vivir el duelo por la madre nada más nacer.

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Por esta razón, en el territorio español colectivos feministas han creado iniciativas con el fin de denunciar e impedir esta práctica. Una de las más conocidas es 'Stop Vientres de Alquiler', un proyecto que busca impulsar el conocimiento y crear conciencia social sobre la maternidad subrogada como un método contemporáneo de explotación reproductiva de mujeres y venta de bebés. Por el contrario, la Asociación Gestación Subrogada Euskadi defiende públicamente la necesidad de abrir un debate legislativo serio y transparente. Para ellos, el Estado no puede seguir dando la espalda a una realidad que ya está ocurriendo.

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