Oleada de robos en el hospital Insular y el Materno Infantil: «Te sientes vulnerable»
Los ladrones entran a las habitaciones por la noche en busca de objetos de valor | Cajas de máquinas de café y televisión son forzadas a menudo
El sábado 13 de septiembre, de buena mañana, una paciente fue a echar mano de su teléfono para relatar a sus parientes cómo había pasado la noche, convaleciente aún de una operación quirúrgica. La mujer, ingresada en la quinta planta del hospital Materno Infantil de Gran Canaria, no pudo llamar. Su móvil había desaparecido, junto a su bolso, su documentación y otros objetos personales. Había sufrido un robo mientras dormía.
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Quien lo hizo se tomó su tiempo. Había rebuscado entre sus cosas para dar con la llave de su taquilla y sustraer con sigilo todo lo que guardaba allí. Un escalofrío recorrió su cuerpo. Lo relata una pariente que denunció el robo ante la Policía Nacional. «Mi hermana se sintió fatal. Además de encontrarse mal y débil, se sintió muy vulnerable al saber que había estado sola allí dentro, con una persona rebuscando entre sus cosas mientras dormía», cuenta la denunciante en una conversación telefónica.
Este no es un caso aislado. Lo cuentan los trabajadores, que a menudo ven a gente sospechosa rondando por los pasillos. Estos hurtos ocurren con frecuencia en el Insular, un hospital que, por sus dimensiones, es más difícil de controlar. Sin embargo, ahora los amigos de lo ajeno también frecuentan el Materno Infantil.
El ambiente de inseguridad no ayuda ni al personal ni a los pacientes, señalan. «Últimamente aparecen forzadas las máquinas expendedoras de comida y café», señala un empleado del centro sanitario. También los cajetines de recaudación de los televisores han sido asaltados, y la empresa que ofrece el servicio sopesa abandonarlo. «Acabarán por poner televisión gratuita en las habitaciones. Algo bueno tenía que tener esto», comenta con sorna otro empleado.
Y es que el hospital se ha convertido por las noches en un coladero, sobre todo después de que retiraran unos portones del muelle de carga para facilitar las obras de la torre pediátrica. Por allí entran a sus anchas personas con toxicomanías que viven en los barrios colindantes, relata.
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Los hurtos son cada vez más frecuentes en el hospital, sobre todo en la capilla. Tanto es así que el cura no ha dudado en colocar un irónico cartel en la hucha de las limosnas que reza: «Si lo necesitas, llévalo y deja tu donativo en la hucha. Gracias».
Pocos guardias para tanto hospital
La noche es el momento más propicio para que los descuideros se adentren en el complejo hospitalario. La razón, que a medida que transcurre la jornada el número de vigilantes va disminuyendo y, finalmente, entre las 22.00 y las 6.00 de la mañana solo hay cuatro guardias de seguridad en el complejo hospitalario. «Basta que llegue un helicóptero, para que el guardia suba a la azotea y el camino quede despejado en el Materno», dice un trabajador.
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Según fuentes hospitalarias, ante esta situación, la gerencia ha ampliado los efectivos de seguridad, entre otras medidas. En los últimos días, además, han aparecido forzadas las puertas de varios despachos, incluido el de Intersindical Canaria.
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