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José Pérez y su hijo Eric derrochan complicidad en las instalaciones de San Juan de Dios. Cober

Vacaciones de verano

Campamentos inclusivos en Gran Canaria: pocas plazas y precios «por las nubes»

Con el fin de las clases surgen los problemas para conciliar. Familias con hijos o hijas con necesidades especiales encuentran un alivio en campus como el de San Juan de Dios, pero muchas no pueden «afrontarlos»

Dánae Pérez Perdomo

Las Palmas de Gran Canaria

Sábado, 5 de julio 2025, 10:37

Eric despliega una sonrisa infinita y contagiosa cuando ve a su padre en el umbral de la puerta. Toca sesión de cine, pero toda su atención se dirige a su progenitor, con quien se funde en un abrazo cálido y cómplice. Eric tiene seis años y nació de forma prematura, presenta un retraso madurativo y problemas genéticos de base motores y cognitivos. Eric es uno de los 40 niños y niñas que disfrutan de sus vacaciones en el campamento inclusivo de verano de San Juan de Dios, en el que conviven menores neurotípicos y neurodiversos, que se desarrolla en las instalaciones de la entidad del Lasso, en la capital grancanaria.

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Se trata de una actividad que no está al alcance de todas las familias, pese a que resulta vital para poder conciliar durante el parón estival y para que los más pequeños y pequeñas lo saboreen desde el aprendizaje, la socialización y el divertimento, bajo la mejor atención.

El principal escollo es que la oferta de campus inclusivos o dirigidos a menores con necesidades es escasa y el precio de los existentes es especialmente alto, no apto para todos los bolsillos. Una situación que deja tras de sí un reguero de desigualdades.

«Por decirte una referencia, estamos hablando de más del doble de lo que cuesta un campus ordinario. Lo que ocurre es que el personal tiene que ser más específico y numeroso, porque la ratio de niños es menor. Cada niño presenta sus patologías, puede necesitar medicación o sufrir una crisis y, además, estas instalaciones están preparadas, por ejemplo, sin barreras arquitectónicas», reseña José Pérez, papá de Eric.

Desde San Juan de Dios no especifican el precio del campamento, pero la coordinadora de la actividad, Raquel Morales, señala que no todas las familias pueden asumirlo. La de este año es la tercera edición del campus, que puede celebrarse gracias a la cuota que abonan las familias, que varía si contratan los servicios de transporte o comedor, y a la obra social de la propia entidad.

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Diferentes momentos en el campus inclusivo de San Juan de Dios. Cober

Raquel explica que, a través de esta, se pueden becar hasta cinco menores y que el resto de las familias pague solo el 25% o el 50% de la cuota, en función de su situación económica.

Joana Pestana representa la otra cara de la moneda. No ha podido apuntar a su hijo Manuel, de 7 años y con trastorno del espectro autista (TEA) grado 3, en ningún campamento de verano este año «por circunstancias». «El año pasado sí pudo ir a uno gracias a sus abuelas, que se lo regalaron. Reunieron 250 euros por dos semanas en un campus privado», agrega desde el otro lado del teléfono.

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Joana insiste en que la conciliación es un derecho, al igual que la «equidad», el hecho de que su hijo pueda ser feliz y seguir con sus rutinas como los demás. «Yo no puedo ir ni al médico tranquila, porque, ¿con quién lo dejo?», se pregunta.

Ella no le presta mucha atención al dinero, pues «pensando en el niño, eso da igual», pero sí le molesta que se justifique la ausencia de campamentos inclusivos por «falta de monitores preparados» o que «se nieguen» a contratarlos.

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120 Peticiones

Es, aproximadamente, el número de solicitudes que recibió el campus de verano de San Juan de Dios este año, cuando la entidad oferta 40 plazas en el mes de julio y otras 40 en agosto.

200.000 Subvenciones

Es el importe que ha aprobado el Cabildo de Gran Canaria en ayudas para invertir en campamentos inclusivos.

Esta madre no tiene un trabajo convencional; ejerce como «cuidadora no profesional» de su pequeño. No es extraño que en las familias con hijos o hijas neurodiversos uno de los progenitores tenga que renunciar a la vida laboral. También es el caso de Luis Bonales. Él está empleado, pero su mujer dedica la mayor parte de su tiempo al pequeño Pablo, de 11 años y también TEA.

La de Luis es otra familia afectada por la falta de campus y el elevado precio de los ya existentes: «No los podemos afrontar». El hombre resume que los «campamentos ordinarios no aceptan a niños TEA», ya que «los monitores no están capacitados». «En una ocasión, el gerente del campus nos impuso que uno de los padres se quedara en el campamento para atender las necesidades del niño. No hay una ayuda real, pues lo que necesitamos las familias es tiempo», apostilla.

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Los diferentes agentes implicados miran hacia las administraciones: «Muchas veces nos hemos sentido abandonados. Ya solamente por tener un hijo o hija con necesidades deberían facilitar todo este tipo de servicios y costes», enfatiza al respecto José.

«El año pasado sí pudo ir a uno gracias a sus abuelas. Reunieron 250 euros por dos semanas en un campamento privado»

Joana Pestana

La presidenta de la Federación de Ampas de Gran Canaria (FapaGaldós), Marian Álvarez, pone el foco en que los campamentos de verano y, en definitiva, la conciliación, también son caros para las familias de menores neurotípicos: «Los precios son desorbitados».

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Para Álvarez, la principal salida a este problema es «abordar la conciliación desde todas las administraciones, la patronal y las familias», y pide que se apliquen políticas conciliadoras en todos los municipios por igual, pues «no es justo que según el código postal tengas unos servicios o no».

Alta demanda

El caso del campus de San Juan de Dios demuestra lo demandadas que están estas actividades en verano. La entidad ofertó 40 plazas para julio y otras tantas para agosto, pero recibió unas 120 solicitudes. «Y aún están llegando. Incluso ayer me llamó una mamá», apunta Raquel.

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La asignación de plazas se efectúa en base a una serie de criterios, teniendo siempre en cuenta las circunstancias de cada familia. Las jornadas se prolongan de 8.30 a 15.30 horas, en las que se suceden diferentes actividades, como las sensoriales o las de piscina, las favoritas de los peques.

No obstante, la situación de los campamentos de verano puede cambiar. El Cabildo de Gran Canaria aprobó recientemente, a instancias de la Consejería de Educación, 200.000 euros en ayudas destinadas a los diferentes municipios para invertir en campus inclusivos tanto en verano como en Navidad y Semana Santa.

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Más imágenes de la tercera edición del campamento de verano de San Juan de Dios. Cober

El periodo de solicitud está aún vigente, pero las ayudas se ejecutarán a partir del próximo curso. La responsable del área, Olaia Morán, especifica que la partida se dirigirá, sobre todo, a contratar personal cualificado para los campamentos ya existentes y perseguir, así, una inclusión real.

El Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria asegura a este periódico que ya ofrece este tipo de actividades en el CEIP Aguadulce y Don Benito. Del mismo modo, organiza un campus deportivo con plazas para menores con necesidades, «garantizando su participación en igualdad de condiciones», durante el verano.

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El papel de las asociaciones

Diferentes asociaciones que operan en Gran Canaria ofrecen las soluciones que pueden, pero su oferta va dirigida fundamentalmente a las familias socias. Felices con narices es una de ellas. «Accede cualquier tipo de menor, pero también tenemos reservadas entre seis y siete plazas para menores con alguna necesidad, sobre todo de salud mental», explica su directora, Laura Ramírez, sobre su campus inclusivo ya en marcha.

«El gerente de un campus impuso que uno de los padres se quedara para atender las necesidades del niño»

Luis Bonales

La actividad dispone de 43 plazas y, desde el año pasado, experimenta problemas de financiación. Este año ha salido adelante gracias a los donativos. La entidad funciona a través del voluntariado y los precios del campamento oscilan entre los 25 y 50 euros, aunque también contempla la cuota cero.

El campus de la Asociación de familias de personas con autismo en Las Palmas (Analp) está dirigido a menores TEA grado 3 y da respuesta a 22 personas de entre 7 y 20 años, por 180 euros a la semana. Su coordinadora, María Afonso, señala que el proyecto salió adelante gracias al Cabildo grancanario, a través de la Consejería de Política Social, que lo financia en un 70%.

Down Las Palmas ofrece un «pequeño campus» que atiende a tres menores: «Es el número que podemos asumir», expone su directora técnica, Angélica Taboada, con un coste semanal de 65 euros. Taboada reseña que los esfuerzos se centran en «cubrir a las familias con más necesidades».

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