Un café, un pasacalles y el pueblo en el balcón
Acto Homenaje a la Ejemplaridad del Pueblo de La Palma ·
La presencia de Sus Majestades y otras autoridades levantaron la expectación de los palmeros pero más por la curiosidad que por la convicción de cambiosPor la mañana se respiraba la más absoluta tranquilidad. Salvo un helicóptero que sobrevolaba la capital cada pocas horas y un despliegue de uniformados policiales a quienes los viandantes apenas prestaban atención, nada diferenciaba ayer de otro sábado cualquiera en el que unas pocas familias salían a comprar o a desayunar en las cafeterías de sus calles empinadas y empredradas.
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Sin embargo, hace meses que todo es diferente en La Palma: la lava solidificada ya forma parte del nuevo paisaje, los empresarios que no han echado el cierre sobreviven a duras penas y el resto de afectados trata de recuperar la «nueva normalidad». Es una procesión que se lleva por dentro y, aunque la pompa de los actos institucionales traten de reconocerla, no llegan a medir su verdadera magnitud.
En una de aquellas terrazas, una madre le da un zumo al niño, que no para quieto, y comenta con sus compañeros del café que esa tarde igual se acerca a la plaza a ver a los reyes. Que la hija de Lourdes actúa con el coro y así la saluda también. «Todo eso es medio paripé», le suelta uno. «Ya, hijo, pero ya que vienen...».
La curiosidad pesa que los argumentos y por mucho que el escéptico de la conversación señale que en realidad «lo que hacen falta son ayudas», su interlocutora no cede. «Sé que al final se queda todo en una declaración de intenciones, pero también es bonito que le hagan un reconocimiento a la gente», reprocha.
Si al final acudió o no a la plaza es difícil de concretar. La entrada al Convento de San Francisco es pequeña y tenía el paso cortado. Solo las cuatro casas de alrededor tuvieron el privilegio de ver salir a sus majestades al término del acto. Una decena de personas asomadas en ventanas y azotea, móvil en mano, clamaban la atención de «¡Felipe!» y «¡Letizia!», pero también de Ayuso.
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Aunque La Palma era la absoluta protagonista de la velada, en los pasillos del claustro la popular, junto a Alberto Núñez Feijoo, fueron la comidilla de algunas de las autoridades presentes, así como de la prensa, y también robó la atención de los palmeros, que le terminaron pidiendo varias fotos durante los corrillos.
Lo que vino a continuación de la marcha de los reyes fue un pasacalles de políticos que regresaban a sus respectivos hoteles. El pueblo, al final, no estaba tanto en el convento sino aguardando desde sus balcones.
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