Teresitas: de Barragán a Clavijo
Así como hace unos días apuntaba en esta misma esquina que el consejero de Presidencia y máximo dirigente de Coalición Canaria, José Miguel Barragán, no había estado nada afortunado al señalar que su partido se disculparía por el caso de Las Teresitas solo cuando hubiera sentencia firme del Tribunal Supremo, hoy es de justicia reconocer que el presidente Fernando Clavijo acertó ayer al corregir a aquel y hacer ese ejercicio de asunción del error. Lo hizo nada menos que en sede parlamentaria, lo que le da si cabe más valor al gesto. Otra cosa es cómo asumir las responsabilidades políticas que le reclamó Patricia Hernández, que hurgó en la herida de Coalición Canaria a cuenta de cómo se gestionó el citado caso y, sobre todo, cómo se intentó extender durante años un manto de silencio cuando muchos eran sabedores de lo que se había cocinado entre el Ayuntamiento, unos empresarios y una caja de ahorros de lo más generosa a la hora de financiar a estos y de contribuir a que el consistorio se dejase engañar -lo dice el tribunal, no yo-.
Imagino el enfado de Miguel Zerolo ante las palabras de Clavijo, pero también supongo que este es consciente de que no se puede pasar página al asunto como si su partido no hubiese estado presente cuando se articuló la trama. Y claro que estaba. Como también fue su partido quien decidió ofrecerle a Miguel Zerolo todos los blindajes posibles, ya fuera como diputado autonómico que apenas hizo nada, o como senador que lo único que hizo fue garantizarse otra dilación en el procedimiento. Sobre esto último también tiene mucho que decir el Partido Popular, y eso por no hacer sangre recordando la encendida defensa del parlamentario Zerolo que hizo el entonces presidente del PP, el mismo que tuvo que salir por la puerta de atrás de la vida pública cuando toda España descubrió que en el Gobierno se sentaba alguien que -siendo benévolos- contaba verdades a medias y durante años había gestionado capitales en paraísos fiscales.
Zerolo no fue una gota aislada ni un verso suelto en Santa Cruz de Tenerife. Era uno más en un engranaje que giraba casi a la perfección, donde su partido no solo hacía y deshacía a su antojo, sino que conseguía hacer cómplice de sus decisiones a casi todas las formaciones políticas presentes en el arco municipal, insular y regional. Así se escribió la historia y disculparse por aquellos excesos es lo menos que se puede pedir. Como también reconocer la valentía de hacerlo, que seguramente no fue fácil.
Dicho queda.