La mirada puesta en el año 2030 y el contador a cero. Los acontecimientos hay que analizarlos con precisión y calma, para concluir después si ... realmente son lo que aparentaban o se trataba de simples cortinas de humo.
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El pasado viernes se anunció a bombo y platillo que la Real Federación Española de Fútbol –la misma cuyo presidente ha sido inhabilitado dos años y el anterior besó a una jugadora de la selección sin su consentimiento– confirmaba que Gran Canaria sería sede del Mundial de fútbol de 2030. Las administraciones públicas locales, insulares y regionales que han 'luchado' para conseguir este objetivo estaban radiantes, porque están convencidos de los parabienes que traerá para toda la sociedad ser sede –ya se verá si para un partido o para varios– en esa cita mundialista.
No es cuestión de aguar la fiesta ni de poner en tela de juicio esas previsiones. Pero los análisis tienen que ser fríos, para no caer en triunfalismos ni en falsedades, bien o mal intencionadas.
Así que desde ahora, partamos de cero para comprobar qué nos trae el Mundial a todos. Conviene apuntar cuál es el Producto Interior Bruto de la isla y del archipiélago en 2024, para ver qué cotas alcanza en 2030, gracias al Mundial. También convendría tener anotados los parámetros de pobreza severa e infantil, para analizar su evolución en los próximos seis años mientras cae el 'Maná mundialista'. Otro tanto con los estándares actuales del reparto de la riqueza, el desempleo, la renta per cápita, etcétera, etcétera. Así podremos celebrar en 2030 los goles, sabiendo si los marcamos todos o unos pocos, como suele suceder siempre.
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