En casa, aterrados, teletrabajando como buenamente se podía, nos encontrábamos la mayoría hace cuatro años por estas mismas fechas. No todos. Desgraciadamente muchos estaban debatiéndose ... entre la vida y la muerte tras contraer un coronavirus que hizo temblar el planeta. También había otros que, aprovechando la situación, pusieron en marcha una trama para lucrarse con dinero público. Vieron en la situación de emergencia el momento idóneo. Se rebajaban los controles administrativos y... ancha es Castilla para hacer el golfo con el dinero de todos comprando material sanitario que se sabía que era una mierda.
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Queda por esclarecer mucho de lo sucedido. Que se juzgue en los tribunales y que se recupere el dinero que voló, por supuesto. Pero lo cierto es que individuos con la catadura moral de las cucarachas y las ratas de alcantarilla hicieron el agosto y siguen en libertad.
La responsabilidad o irresponsabilidad de los estamentos políticos que permitieron este atraco inmoral a las arcas públicas y a la salud de la sociedad también debe ser aclarada.
Pero más allá de todo esto, lo que los casos mascarilla y Koldo han puesto de manifiesto, por si alguien tenía duda, es la capacidad asombrosa que tiene el ser humano de no tener piedad, moral, ética y un mínimo atisbo de empatía por el resto de la sociedad cuando su avaricia cobra protagonismo.
Algunos pensaban que de la pandemia la sociedad iba a salir mejor, con sus valores reforzados. Otros, desde el minuto uno del confinamiento, tuvieron claro que no. A estos hechos hay que remitirse.
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