Pues ahí están nuestros privilegiados vacunados, a un partido de quedar eliminados. Tanto follón para 270 minutos de insulso espectáculo. Y que conste que eso es lo de menos. Como si vuelve a ser el tikitaka de La Roja de los Xavi, Iniesta y Villa pasando por encima de las mayores superpotencias. Tampoco es por que la inmunización de esta austera selección comprometa a la de otros españoles. A fin de cuenta, 25 dosis no van a pasar factura. Es una cuestión de imagen, del mensaje que se manda. Se les veía el domingo yendo hacia La Cartuja rodeados de aficionados, muchos de ellos niños, y solo tres de nuestros gloriosos representantes se dignaron a levantar la mano. No viven en nuestro mundo y encima las instituciones potencian ese sentimiento de superioridad.
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Y en esa burbuja en la que cohabitan con sueldos millonarios ahora hay que sumarles privilegios en materia de salud, porque parece ser que para la sanidad pública también están un peldaño por encima. Y eso que no desempeñan una labor esencial, ni tienen edad o problemas de salud que los conviertan en prioritarios para la vacunación. Sin embargo, ahí están, con su ropa de marca, coches de lujo, arrogancia por las nubes... Y protegidos frente a la pandemia.
Veremos cuanto les dura un chiringuito que ya se ha alargado demasiado. El intento fallido de la Superliga es un primer aviso y el auge de los TikTok, Youtube, Twitch y compañía sirven de evidencia de que las nuevas generaciones optan por alternativas al fútbol. Y ya saben, menos audiencia es igual a menos dinero de las televisiones. Puede que tanto privilegio empiece a tener fecha de caducidad.
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