El turista no es el culpable
Los colectivos agrupados bajo el lema 'Canarias tiene un límite' convocan este domingo a la ciudadanía a concentraciones y manifestaciones en diferentes lugares de las ... islas, retomando así las tesis que en abril del pasado año movilizaron a miles de personas y que a finales de 2024 tuvieron un seguimiento bastante menor. Como entonces, los argumentos esgrimidos son diversos, abarcando desde la crisis habitacional a una regulación de la residencia de foráneos y la aplicación de gravámenes a los visitantes. Todos ellos pivotan en torno a una tesis central: Canarias no puede seguir creciendo en la llegada de turistas porque ese aumento continuo pasa factura a la calidad de vida de los residentes.
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Los convocantes sostienen que quienes están al frente del Gobierno canario, los cabildos, los ayuntamientos y el propio Parlamento regional han hecho oídos sordos a sus reivindicaciones. Se les olvida que ya está en trámite parlamentario una ley para regular el alquiler vacacional, un texto que regula y restringe esa actividad; también obvian el trabajo de la comisión parlamentaria, el Gobierno, los cabildos y las corporaciones municipales sobre el crecimiento demográfico, como también pasan por alto que ya hay un municipio turístico de primer orden, como es Mogán, que ha aplicado una tasa a las pernoctaciones, con el añadido de que varios cabildos ya se están planteando figuras similares a la conocida como ecotasa. Y no mencionan los decretos orientados a facilitar el aumento de la oferta de viviendas, buscando con ello aliviar el desequilibrio entre demanda y oferta. Como tampoco aluden a la regulación del acceso a parajes naturales que son grandes reclamos turísticos, como ha hecho el Cabildo grancanario con el Roque Nublo.
En lugar de reconocer esos avances, orientados hacia un modelo económico y territorial más equilibrado, 'Canarias tiene un límite' sigue partiendo del principio de que el turismo es el culpable de prácticamente todos los males del archipiélago. Ese axioma supone un desconocimiento imperdonable de la historia reciente de las islas: ha sido precisamente el negocio turístico el que ha contribuido a atenuar los condicionantes derivados de la lejanía y la fragmentación territorial. Y el turismo fue determinante para articular y estructurar una clase media canaria en la segunda mitad del siglo XX, esa que se alimentó de las rentas derivadas de dar alojamiento a quienes elegían el archipiélago como destino vacacional.
Otro de los errores de este movimiento es la generalización, pues las realidades insulares son muy diferentes. En Gran Canaria, por ejemplo, hace más de una década que no se inaugura un hotel de nueva construcción en San Bartolomé de Tirajana; por contra, lo que ha habido es renovación de complejos alojativos, buscando así incrementar la calidad y, por tanto, contar con un turista con mayor nivel de gasto y generar más empleo para atenderlo.
También es muy desigual la implicación de las estructuras empresariales provinciales, de forma que también es injusto lanzar críticas furibundas sin hacer distinciones. No hay más que ver lo ocurrido con el reciente pulso sindical en vísperas de la Semana Santa, un conflicto que en la provincia de Las Palmas se zanjó con un notable esfuerzo económico por parte de la Federación de Empresarios de Hostelería y Turismo.
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¿Hay cosas que mejorar? Por supuesto, pero el turista no es el responsable de que las administraciones hayan olvidado en la última década la promoción de vivienda pública, como tampoco es el que provoca una mala planificación en las carreteras, con el consiguiente colapso diario.
Conviene subrayarlo y hay que evitar que movilizaciones como la de este domingo acaben generando una imagen de Canarias como territorio hostil a quienes nos eligen para su descanso. El prestigio de un destino se consigue a base de años y se puede perder en un instante. Como el bienestar económico.
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