Qué suerte ser político

La pandemia nos ha variado el rumbo, el desaliento es enorme, las tasas de paro continúan creciendo, muchos sectores agonizan, la crisis migratoria se acrecienta y la luz al final del túnel sigue sin verse. Pero en este panorama desalentador hay una esperanza, la de ser político. Qué suerte es ser político en esta época. Muchos de ellos viven de espalda a la realidad y solo piensan en ellos mismos. Atravesamos la peor crisis de la historia, pero la preocupación para algunos es 'buscar echadero' para cumplir órdenes de partido o brindar palabritas de esperanza que se convierten al final en un arma arrojadiza de resignación.

Vamos por partes. Lo que voy a escribir ha pasado estos días. Sí, sí, estos días, en plena época de desaliento y desesperanza para muchísimas familias. Nos encontramos cómo en el seno del PSOE de Canarias hay una gran preocupación. Blas Acosta se queda sin su cargo de presidente del Cabildo de Fuerteventura. Vaya problemón. ¿Y qué hacemos? Pues empieza la llamada 'operación Salvar al soldado Ryan'. En un diálogo simulado -la realidad podría ser pura coincidencia- surge lo siguiente: «¿Podría ir al Senado? Uf, esa situación nos podría venir en contra. ¿Y qué hacemos? Algún puesto habrá. No sé, una viceconsejería, una dirección general. ¿Y sus problemas con la justicia? Ya se verá». Pues la solución llegó de forma rápida. Blas Acosta es el nuevo viceconsejero de Economía del Gobierno de Canarias. Nadie pensó que esto no estaría bien visto. Da igual. El partido es el partido. Ni el mago Pop, ni Anthony Blake. Por arte de birlibirloque ya tenemos nuevo viceconsejero, demostrando una vez más que nuestros dirigentes están muy alejados de la cruda realidad. Y para más inri lo hacen sin ningún tipo de rubor.

Un ejemplo de lo alejado que están de la realidad lo vemos en Las Palmas de Gran Canaria. El sector de la hostelería y la restauración agoniza. La solución de las terrazas exprés supuso una pequeña bocanada de aire pero en cuestión de minutos, desde que se comunicase que Gran Canaria pasaba a Fase 2, el Ayuntamiento capitalino anuló esa opción. La reclamación al gobierno municipal para que reconsiderase su postura fue masiva y, por fin, el alcalde Augusto Hidalgo manifestó públicamente que abriría la mano a la ampliación de las terrazas de la ciudad. Pues bien, ¿dónde está esa orden?, ¿cuáles son los parámetros a seguir? Nadie sabe nada.

¿Esas palabras se las llevará el viento o el alcalde cogerá su bastón de mando? Hay dos realidades. Y así nos va.