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Solo hay dos bandos

El problema es que sabemos que a ese grupo que jalea las ideas de ese señor montado a caballo y que quiere acabar con el estado de las autonomías no le importan los argumentos.

Sábado, 2 de marzo 2019, 19:20

Las prisas por cortar cintas y colgarse medallas por los supuestos logros de la legislatura que acaba ha llevado a quienes ejercen aún el poder a inaugurar estos días cosas que ni existen. Esta semana, por ejemplo, el presidente canario se fotografiaba en un parquin que la vecindad reclamaba desde hacía 30 años y que no se abrirá hasta finales de mes. El plazo legal para la ostentación acaba este 5 de marzo, por lo que la foto para los medios era urgente. Así es este teatrillo sucedáneo de la política.

Quienes no tienen nada que inaugurar buscan otras vías para llamar la atención. Ahí tenemos a esa asociación, a la que ya se le ha retirado el título de «de utilidad pública», con otra cutreguagua en la que llama «feminazis» a las mujeres que reclamamos legítimamente la igualdad con los hombres. Que hayamos estado subvencionando durante años a esta banda organizada para mentir y vilipendiar a las mujeres y al colectivo LGTBI no solo produce vergüenza, sino indignación. El problema es que sabemos que a ese grupo que jalea las ideas de ese señor montado a caballo y que quiere acabar con el estado de las autonomías no le importan los argumentos. Quienes les votan son, como señalaban ayer en un reportaje de El País varias personas expertas, parecidos a los terraplanistas, gente que piensa que su opinión es más fiable que la ciencia, que sus sentidos son infalibles y que hay una conspiración mundial para ocultarlo. ¿Recuerdan aquella conspiración judeo-masónica en lo social..? Lo mismo, pero más de medio siglo después. Los otros partidos de la derecha, fascinados por el método, emplean el mismo argumentario. Ahí está Pablo Casado diciendo disparates sobre lo que las mujeres llevamos dentro, o Ciudadanos, firme el ademán, prestándose a la foto en Colón.

La desgracia es para toda esa gente que, siendo conservadora, no se ve reflejada en unos partidos cada vez más radicalizados, que ponen el foco en ir contra las mujeres, las personas LGTBI o las migrantes. Se acerca otro 8 de marzo y las mujeres tenemos que seguir reivindicando derechos básicos y, aún peor, desmontando cada día las mentiras que se extienden sin control sobre nosotras, gracias a esos nostálgicos del autoritarismo. Pero nosotras solas no podemos, así que, es necesario que esa mayoría de hombres, machistas por cultura, como casi todos y todas, pero feministas por convicción, se sumen a nuestras reivindicaciones. Aquí solo hay dos bandos: la neutralidad propicia la hegemonía de la mentira.

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