No soy de series televisivas. Y menos aún de atracón de episodios. Rarezas que tiene uno. Será porque soy de aquel siglo en el que las series se veían una vez por semana si eran de calidad o una vez al día si eran de consumo masivo.
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Partiendo de esa premisa, me cuesta engancharme a un serial. Por eso me ha sorprendido a mí mismo verme en las dos últimas semanas consumiendo dos seriales de paternidades, estilos y contenidos muy diversos. Por un lado, 'This England', sobre la gestión de Boris Johnson y su equipo ante la pandemia de coronavirus, y por el otro la española 'Fácil', que aún tengo a medias y que narra las peripecias de cuatro jóvenes con diferentes tipos y grados de disfuncionalidad. Recomiendo ambas, pero con la advertencia de que están pensadas para espectadores que gusten de platos fuertes, de esos que dejan una digestión que no es fácil. Es más, como esas comidas que precisan de algún producto para hacer más llevadero el tránsito en el estómago.
'This England' se promocionó como una serie con el atractivo de ver a Kenneth Branagh interpretando al que fuera primer ministro británico. En realidad, es casi lo de menos. De hecho, hay momentos en que tanto maquillaje apenas deja ver los gestos de la cara, algo que se salva con la disección de un personaje singular, un experto en Shakespeare e historia que acaba creyéndose los textos que lee y que cambia su visión cuando se encuentra al borde de la muerte precisamente por la covid-19. Pero lo mejor de la serie es el retrato de cómo se dirigió el país, o cómo lo llevaron al caos, así como el dibujo del drama que se vivía en los hospitales y residencias de ancianos. Ahí resulta evidente que estamos ante una serie comprometida, militante si se quiere, con la mano de Michael Winterbottom(así se explica) en labores de codirector.
En cuanto a 'Fácil', el tono de aparente comedia esconde una pregunta directa al espectador:¿cómo hay que tratar la disfuncionalidad? ¿Y si lo disfuncional fuese en realidad lo que nos parece 'normal? La serie ha llegado rodeada de gran polémica entre la autora de la novela en que se inspira y la directora, con una y otra soltando exabruptos. No habiendo leído el texto original, me coloco al margen de esa discusión. Me quedo sobre todo con lo que plantea y la habilidad para envolver en una aparente comedia una realidad que no tiene por qué ser dramática 'per se', pero sí que obliga a hacerse preguntas.
Recomendables, por tanto, pero no amables. Como debe ser.
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