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Opinión

Trump: el Imperio contraataca

La manipulación de las redes sociales ha desempeñado un papel fundamental en esta consolidación de poder

Raúl García Brink

Consejero de Medio Ambiente, Clima, Energía y Conocimiento. Cabildo de Gran Canaria

Lunes, 11 de noviembre 2024, 23:46

Al igual que en La Guerra de la Galaxias, donde el emperador Palpatine utiliza el miedo y la promesa de 'restaurar el orden' para concentrar ... poder y acabar con la República, la reelección de Donald Trump nos ha mostrado como líderes autoritarios aprovechan la demagogia, los bulos y las redes sociales para su erosionar las bases democráticas y llegar al poder. Con la promesa de regresar a una mítica 'grandeza' en los EE UU ('Make America great again'), ahora se consolida un poder sin precedentes que pone en peligro derechos civiles, la estabilidad climática y la propia democracia.

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Para muchos analistas y medios internacionales, el regreso de Trump es una 'catástrofe'. Esta victoria no solo es una elección, sino que representa el reflejo de una sociedad profundamente polarizada y desunida que ha votado a un líder populista con una agenda radical. La idea de recuperar el pasado –ese «hacer grande a América otra vez»– parece tener una fuerza atractiva capaz de hacer que muchos pasen por alto los conflictos, los escándalos y las crisis de su primer mandato. La nostalgia, en este caso, es una herramienta de poder.

Este fenómeno se asemeja sorprendentemente a la distopía de La parábola de los talentos (1998) de Octavia E. Butler. En la novela, un Estados Unidos fracturado da pie a que un líder carismático, Andrew Steele Jarret, suba al poder bajo el lema 'Make America Great Again'. Este líder manipula los temores y las nostalgias de la población por un pasado idealizado, estableciendo un régimen represivo y fanático que amenaza derechos y fomenta la exclusión. Hoy, esa distopía de Butler cobra vida en un escenario que parece sacado de una novela de ciencia ficción, y plantea una advertencia real sobre cómo el deseo de 'recuperar la grandeza' puede abrir las puertas a líderes que no dudan en socavar la libertad en nombre del orden y la seguridad.

Trump ha logrado imponer su visión sin apenas oposición dentro del Partido Republicano, que ahora sigue su línea de forma incondicional. Este control interno le permitirá, al contrario que en su primer mandato, avanzar en una agenda que consolida su poder en todo el ejecutivo, apoyado por la Corte Suprema y una mayoría en el Senado que facilitará sus decisiones y bloqueará cualquier intento de contención. Su administración va a ser una máquina bien engrasada que no dejará espacio para cuestionamientos y pondrá en jaque los valores democráticos.

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Aunque Trump se ha intentado desmarcar, el Proyecto 2025, desarrollado por la Fundación Heritage, es un plan conservador que busca transformar profundamente el gobierno de EE UU durante el próximo mandato republicano, promoviendo la centralización del poder en el presidente, la eliminación de protecciones laborales para empleados federales y el cierre de agencias como el Departamento de Educación. También propone eliminar políticas de igualdad de género y diversidad o reducir la financiación de las renovables, favoreciendo los combustibles fósiles. Estas reformas, que incluyen restricciones migratorias y revisiones de tratados internacionales, han suscitado críticas de todo tipo, pero nadie duda de que constituye la agenda política de Trump.

Quizás el golpe más fuerte de este nuevo mandato será el retroceso en la política climática. Trump ya ha dejado claro que no está dispuesto a seguir los acuerdos internacionales y que planea desmantelar las políticas de energía limpia de su predecesor. Bajo su gobierno, Estados Unidos podría convertirse en un 'petro-Estado' al margen de cualquier consideración medioambiental. El cambio climático, que para Trump es un 'engaño', queda relegado frente a una agenda de combustibles fósiles, y los científicos advierten que este movimiento podría significar el fin de la acción climática a nivel global. Si Estados Unidos abandona la lucha contra el cambio climático, esto desmotivará a otros países, debilitando los compromisos globales en un momento crucial para el planeta.

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Pero el clima no es el único aspecto en riesgo. Grupos históricamente marginados en Estados Unidos, como las comunidades afroamericana y latina, la LGBTQ+ y las mujeres, se enfrentarán un entorno cada vez más hostil. Con una judicatura conservadora y una administración poco interesada en los derechos humanos, estos sectores podrían ver un retroceso en sus avances. Tampoco se libra de esta valoración negativa su futura política exterior en la que la guerra de Ucrania o los conflictos de Oriente Próximo probablemente vayan a recrudecerse.

Además, la manipulación de las redes sociales ha desempeñado un papel fundamental en esta consolidación de poder, no solo en Estados Unidos, sino a nivel mundial. Desde 2016, hemos visto cómo estas plataformas pueden influir en la opinión pública, difundir teorías conspirativas, rumores y propaganda amplificados muchas veces por intereses de potencias extranjeras de dudosa legitimidad democrática. La reelección de Donald Trump se desarrolla en un contexto donde el cinismo y la ira política están en aumento, exacerbados por el uso de redes sociales. Un estudio de la Universidad de Michigan, destaca cómo la exposición a contenido hostil y ataques políticos en estas plataformas alimentadas por algoritmos que priorizan el contenido polémico, fomenta una percepción de la política como corrupta y autoritaria, reduciendo la confianza en la democracia.

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Y no es un fenómeno exclusivo de Estados Unidos; en España, durante la crisis de la DANA en Valencia, hemos comprobado patrones similares de desinformación en redes sociales, con teorías de odio y rumores que desviaron la atención de la crisis real. El poder de la manipulación digital trasciende fronteras, y muestra cómo la desinformación representa un peligro grave para la cohesión y la estabilidad de las democracias.

La reelección de Trump es una advertencia. No solo amenaza la democracia estadounidense; plantea un desafío a la comunidad internacional para tomar medidas de inmediato. En el ámbito climático, los esfuerzos deben intensificarse para mantener la lucha contra el cambio climático sin el respaldo de una potencia clave. Las democracias modernas también necesitan reforzar sus 'anticuerpos' contra la manipulación digital. Sin una regulación adecuada, las redes sociales continuarán operando sin filtros ni control, permitiendo que el odio y la desinformación circulen sin consecuencias. Ahora es el momento de implementar políticas que protejan el debate democrático y refuercen la confianza ciudadana en las instituciones.

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En esta nueva era, cuando la política parece sacada de una distopía y el poder se concentra con promesas de 'grandeza' mientras se desmantelan derechos, la elección es clara. Al igual que en la lucha contra el Imperio en Star Wars, donde los rebeldes resistían frente a las garras de Palpatine para defender la República, hoy también debemos tomar partido. Defender la democracia y sus valores fundamentales no es solo una cuestión política; es un deber moral.

El regreso de Trump amenaza con sumir a Estados Unidos y, al menos en parte, a su esfera de influencia en una 'galaxia oscura' de retroceso climático, pérdida de derechos y retroceso de la justicia social, pero esta historia aún no está escrita. Frente a un poder que promueve el miedo y la exclusión, es necesario estar con los 'rebeldes', con quienes defienden los principios de igualdad, cuidados y justicia. Si queremos un futuro de luminosidad, de convivencia y respeto a los derechos humanos, necesitamos unirnos a la causa de la democracia, comprometidos con un camino que nos aleje de la oscuridad y nos lleve hacia un futuro más justo y digno para todos.

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