Y ahí siguen nuestros dirigentes enseñoreándose en la frivolidad. Mientras la ciudadanía, demandante de pactos, entendimientos, consensos, se siente cada vez más huérfana y aterida al comprobar cómo renquea la administración al tiempo que el empobrecimiento político, económico, social, galopa.
Publicidad
Sinceramente, lo sorprendente, lo excepcional es que nada pase a la vista del derrumbe que sufre este país en todos sus ámbitos. Semana tras semana la sinrazón escala nuevos peldaños.
Todos constatan que Madrid es una bomba vírica, pero todo se somete al tacticismo. Administración central y autonómica se enredan en cruzarse reproches, mientras el tiempo pasa y la pandemia avanza. ¿Para cuándo la auditoría independiente que reclaman los expertos que aclare las deficiencias y errores cometidos y a corregir?
Un comisario de las cloacas sigue sirviendo platos de un menú interminable de casos de corrupción que pone en solfa la honorabilidad de los más significados sin que se constate una decidida voluntad por recuperar la ejemplaridad. Del 'Barbas' al 'Emérito' y suma y sigue. Dice el historiador Paul Preston que corrupción más incompetencia política igual a división social. Así pues, ¿cómo pretenden recuperar la confianza?
A cientos de miles de trabajadores, además de los millones ya condenados al paro, se les mantiene en un pálpito a la espera de saber en el ultimísimo minuto si podrán seguir percibiendo las prestaciones de los ERTE. Como si no fuera poca la ansiedad que nos genera la pandemia.
Y en el sumando de despropósitos, el Gobierno, con potestad pero con ninguna habilidad, le prohibe al rey ir a la toma de posesión de los nuevos jueces catalanes; el 'jefe' de los magistrados que se apunta al despecho, monta un acto de 'repudio' y desvela una llamada del propio monarca dándole cuenta de su malestar por la decisión gubernamental, ¿no tenía que ser neutro?; miembros del Gobierno apuntándose a asaetear a la Corona; y entre tanto, la crisis territorial sigue en un veremos.
Publicidad
¡Qué país! ¡Qué mal todo! ¡Qué mal todos! Si el virus es tóxico tanto o más es para la salud democrática de esta nación, el ambiente creado por los políticos. «¡Esta gente va a hundirnos!», clamaba en 'El País' Antonio Muñoz Molina. Seguramente ya lo estamos, pero la reconstrucción será imposible de seguir con las mismas mañas. Avisa la sabiduría popular que de tanto tensar la cuerda... Ahí es nada la responsabilidad.
Regístrate de forma gratuita
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión