¿Se planta Torres?

Seis meses son más que suficientes para que la paciencia de Ángel Víctor Torres se agotase. Otra cosa es que pase a la acción. Pero ya hay una novedad: Torres se distancia de Anselmo Pestana. Y es que el estropicio generado desde la plaza de La Feria ya no afecta tan solo a Mogán y San Bartolomé de Tirajana sino, no siendo menos, a Las Palmas de Gran Canaria y a la isla. Es decir, peligran dos ayuntamientos regidos por socialistas y el manchón se expande hasta salpicar al Gobierno; el canario -por supuesto- pues al de Madrid le va bien que el archipiélago siga siendo esa macrocárcel que bautizó, con atino, Antonio Morales desde el primer instante.

Otra premisa fundamental que Torres ha asumido: la gestión del delegado supone un frente abierto para que pueda ser presidente por años. Y es que a los problemas de desempleo, 'cero turístico' y consecuencias variadas de la paralización de la parte principal del tejido productivo, lo único que faltaba es que la Delegación del Gobierno echase más leña al fuego. Que es, por acción y/u omisión, lo que lleva haciendo: desde Tunte hasta la hartura e inquietud en barrios capitalinos como el de Las Rehoyas. En democracia Pestana debe dar diversas ruedas de prensa para ofrecer todos los detalles que se tercien y someterse a las preguntas de los medios de comunicación. No brinda un relato argumental como eficiente política de comunicación. No hay nada de eso. Solo un atrincheramiento que, eso sí, salpica a Torres. El buen delegado del Gobierno es aquel que no protagoniza portadas. Y hace mucho que le ha abierto un boquete a Presidencia.

Ya en clave socialista: Torres sabe que hay un sector del PSOE grancanario al que, en cierto modo, le interesa que Pestana siga. No es que pretendan que el aruquense caiga sin más ahora -se verá en 2023- sino impedir que el presidente adquiera musculatura política propia en la organización. Desean, por así decirlo, un jefe del Ejecutivo hipotecado que dependa de esa parte del PSOE insular que le es hostil desde antes incluso de que ganase las elecciones en mayo de 2019.

Torres tiene ahora mismo el tablero a su favor para ser presidente por un largo tiempo. Dos mandatos. Pero requiere jugar sus cartas con inteligencia. Y, desde luego, tomar decisiones. Este 2021 será importante para determinar el horizonte y, por lo tanto, testear cómo el aruquense se ha desenvuelto frente a los enemigos internos. Una dialéctica a la que Pestana ha escapado por decisión propia; se encastilla en la plaza de La Feria y actúa como un gobernador civil de los de antaño que se ciñe a contentar a Madrid. A la luz de los hechos, le es igual cómo repercuta su legado en Torres. Ciertamente, sería dantesco atestiguar que justo algunos dentro del PSOE sean los que cortapisen un potencial vasto periplo de poder en Canarias liderado por Torres. Miserias de militancia, obsolescencia del aparato.