Por estas fechas tocaba anunciar La Rama, atisbar reencuentros, abrazos, risas. Mirar los riscos interminables, recordar a los ausentes, oler el poleo, el brezo, dejarse llevar por la música, extasiarse con la alfombra vegetal que danza y danza sin desmayo hasta encontrarse con el mar. Volver a decir «está bonita La Rama». No puede estar de otra manera. Conmoverse con el penetrante sonido de los bucios y dejarse llevar con La Madelón, mientras intentas esquivar las manoplas de los papagüevos con caras de gente del lugar y cantar «ay que pena que no sea fiesta toda la semana», entre una multitud que por más grande que sea no es capaz de doblegar el genuino espíritu ramero.
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Pero este año, y ya van dos, tampoco toca. Pero volverá, porque es invencible. 'Juraíto'. Más allá del rebumbio y la escandalera de los que sólo van al sorroballo, todo el que se deja envolver y ve caer La Rama, allí en las cuatro esquinas; el que se deja llevar por su frenesí y su ímpetu sabe que le toca volver. Por eso, paisanos, no 'retrodezcan', como decían los genuinos aficionados futboleros cuando el contrario achuchaba al equipo. Ahora toca «fútbol fácil» y «jugar raso», recomponernos para volvernos a deleitar. No aflojar en los comportamientos responsables.
Así nos engañen, y bien que lo han hecho, así nos debilite el cansancio que arrastramos tras este intenso año y medio de miedos e incertidumbres, volveremos a hacer realidad esa coreografía que parece coordinada desde las alturas y que nos embebe a todos, porque es hecha por todos, sin dirigismos.
Y pensar que con la llegada de 2021 nos las prometían felices, tanto que lo compramos sin verlo, tal era el anhelo de volver a ser como éramos. Y, sin embargo, no salimos de un susto para meternos en otro. Pero, salvo que consintamos que la tristeza se adueñe de nuestras vidas, no vale retroceder.
Y ahí jugamos todos, sin politiquerías, sin pretender sacar rédito del caos normativo, sin hoy apoyar el estado de alarma y mañana denostarlo alimentando, todavía más, la confusión que nos abruma; sin delegar responsabilidades en otros, ni, por supuesto, dar pábulo al encono y al odio. ¡No 'retrodezcan'!
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El virus no tiene color y la vida los tiene todos, por eso es cosa de todos la tarea de vencerlo, aunque ni con esas aprenden en este país los que se postulan a gestionarlo. Al principio nos decían que de esta saldríamos mejores, pero ellos bien poco que han ayudado a intentarlo, al menos.
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