Ojalá el PP siga ese rumbo

Confieso que esta vez no me esperaba el discurso de Casado. Le ha estado dando tanto oxígeno a Vox en los últimos meses que nunca pensé que fuera a marcar tanta distancia respecto a Santiago Abascal en su intervención durante la moción de censura. Por primera vez creo que la derecha española asumió en este mandato el papel que le corresponde, la de una oposición dura y fiscalizadora del gobierno, sí, pero sin perder de vista su visión de Estado y la defensa que debe ejercer del orden constitucional.

Frente a los extremismos solo cabe la firmeza democrática y para eso es necesario que los partidos no bajen al terreno del populismo en el que algunas formaciones se sienten tan cómodos. No se puede tontear con un discurso que invita al odio, que estigmatiza al inmigrante, que califica de totalitaria a la UE, que se ríe de la lucha contra el cambio climático y que para la cohesión territorial de España receta ilegalizar al que no tenga su mismo concepto de nación. La vacuna contra ideologías así la inventaron hace tiempo, y en Europa llevan años aplicándola.

No hay que darles aire. No tienen propuestas. Solo braman insultos y soflamas incendiarias y apocalípticas que beben de la desesperación de los que peor lo pasan, que vampirizan para su beneficio partidista miedos atávicos al socialismo o al comunismo totalitario que, dicho sea de paso, por fortuna, nunca triunfaron en España.

Frente a ese discurso no solo debe situarse la izquierda, que lo está de facto, sino también la derecha, la que cree en la democracia, en la ciencia, en la defensa de los derechos fundamentales y en la igualdad de todos los españoles ante la ley, piensen como piensen.