El PSOE tiene 120 escaños. Ni más ni menos. Incluso, se dejó 3 actas en el camino del 28A al 10N en 2019. La última mayoría absoluta socialista fue con Felipe González en la década de los años ochenta. José Luis Rodríguez Zapatero no pasó de las dos mayorías simples que cosechó en 2004 y 2008. Estos son los parámetros estructurales que fijan el campo de juego del PSOE. Aunque Pedro Sánchez (tal como hizo durante la sesión de investidura) niegue que España viva una crisis sistémica. Le convenga no reconocerlo o directamente no quiera verlo, el régimen del 78 renquea y, desde luego, ya no volverá a ser lo que fue ni aportará la estabilidad y nociones positivas que durante décadas sí supo ofrecer. La Segunda Restauración ha caducado y es incapaz de renovarse a sí misma.
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El PSOE no nació para amparar a Felipe VI ni a ningún rey. Ni para asegurar que la infanta Leonor de Borbón llegue a reina. Nunca Pablo Iglesias Posse contempló un PSOE monárquico. Y justo él, como ahora la sociedad, fue testigo de la erosión de la Primera Restauración a la que combatió políticamente a la par que defendía a la clase trabajadora. En ningún momento el fundador del PSOE rumió con preservar a Alfonso XII ni a Alfonso XIII. El PSOE de la Transición fue accidentalista y fomentó el 'juancarlismo' como precio y mal menor impuesto por la entonces «correlación de debilidades», acuñada por el escritor catalán Manuel Vázquez Montalbán, entre la izquierda y la derecha.
En los últimos días Sánchez ha elogiado el «sentido de Estado» de Vox, premiándolo ante el PP. Esto es muy peligroso. No se puede blanquear a la ultraderecha. En el cortoplacismo de Ferraz puede resultar tentador que Vox reemplace al PP, cuestión que si llega a ocurrir será por sí sola, pero no puede animarlo. El PSOE y Vox no van a protagonizar el neoturnismo; entre otras cosas, porque no podrá darse con la extrema derecha, la aritmética parlamentaria se impondría (izquierdas y nacionalismos periféricos) frente a un Vox arrinconado. De ahí, los nervios crecientes en Génova que el 14F puede acelerar.
O el PSOE es republicano y plurinacional o es borbónico y mesetario. Las dos tendencias a la vez no se pueden combinar. Una decisión estratégica que tiene que tomar siendo consciente de esos 120 diputados que conforman su representación. No más. Y en función de lo que haga, determinará la viabilidad del régimen del 78 y su propio futuro como partido. Por supuesto, es evidente que, con su negativa recurrente junto a PP y Vox de permitir la comisión de investigación sobre Juan Carlos I en el Congreso de los Diputados, apuesta por persistir en el rol de formación dinástica y sistémica. Pero desde esa posición no puede alabar a la ultraderecha ni encumbrar a Abascal porque, a todas luces, las contradicciones se precipitarán y el declive del orden constitucional del 78 será más patente. Los recelos y temores del PP conciernen, en parte, también al PSOE.
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