Extenuante. Querer ver entera en directo una gala de un espectáculo que aspira a ser masivo no tiene por qué obligar al espectador a romper ... la saludable rutina del sueño. Pensemos en la península, donde el público tuvo que aguantar casi hasta las dos de la mañana para saber quiénes se llevaban los premios más codiciados. Asumiendo que son muchos los galardones que se entregan y que, evidentemente, los premiados quieren tener algo más que su minuto de gloria porque tienen muchos de los que acordarse, donde hay que cortar es en otro lado. Sobraron números musicales, sobró tiempo en el discurso del presidente de la Academia, sobró algún homenaje innecesario (por ejemplo la autocomplaciente loa a Almodóvar y algunas de sus 'chicas' convertidas ya en señoras mayores) y, desde luego, un in memoriam de siete minutos con las voces de Salvador Sobral y Silvia Pérez Cruz era para sacar la lágrima... pero de desesperación, pues ellos eran casi más protagonistas que los fallecidos.
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El detalle de Sigourney Weaver. El Goya Internacional es prescindible. Es un invento del departamento de Marketing de la Academia, porque de otra forma no se explica. ¿Alguien piensa en un Oscar o un Bafta exclusivo cada año a un actor de que no sea estadounidense o británico? Pero ya que se concede, hay que esperar de quien lo recibe que esté a la altura de las circunstancias. En el caso de Sigourney Weaver este año, no es que ofreciera una clase magistral en pocos minutos, pero sí hubo un detalle que demuestra su clase:la mención a la actriz de doblaje, reconociéndole su profesionalidad y su mérito a la hora de construir su leyenda. En un país abonado al doblaje por herencia dictatorial pero donde esa profesión no está muy bien vista, es todo un regalazo para esos actores que Weaver se acuerde de ellos.
'Cerrar los ojos'. Se fue de vacío el director Víctor Erice, que aspiraba al Goya a mejor en su categoría con su última película, también nominada al gran premio de la noche. De hecho, no es que se fuera; es que no asistió, haciendo así gala de su leyenda de eremita. Iba a ser la gran noche de Bayona y su exitosa 'La sociedad de la nieve' y de '20.000 especies de abejas', de la novel Urresola. Por eso mismo, 'Cerrar los ojos' parecía casi fuera de lugar. Ganó el Goya a secundario Coronado pero entonces la injusticia con el protagonista Manuel Solo es mayor si cabe. En todo caso, Erice ha dejado una historia y media hora final de antología en lo que parece, esta vez sí, su adiós definitivo.
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