Ha llovido mucho desde que Paulino Rivero fue presidente de Canarias. Pues esas lluvias no deben hacernos olvidar que estando el político de El Sauzal ... en la Presidencia, fue el primero en hacer público lo que era un secreto a voces en el ámbito sanitario: en los hospitales públicos había centenares de camas ocupadas por personas de avanzada edad que recibían en alta pero que se quedaban allí porque precisaban asistencia sociosanitaria y, sin embargo, no había camas en centros de esas características. Con el añadido de que sus familias argumentaban que carecían de condiciones para llevárselas a casa.
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Pasaron Fernando Clavijo y Ángel Víctor Torres por la Presidencia del Gobierno y el asunto resurgía cada cierto tiempo: si había un atasco en los servicios de Urgencias hospitalarias, la respuesta siempre era que el problema estaba en que faltaban camas en planta porque estaban ocupadas por esos pacientes sociosanitarios. Y en paralelo nos contaban que había un fantástico plan para crear más camas sociosanitarias, compartido por cabildos y ayuntamientos, pero cuya ejecución era más lenta que el caballo del malo en una película del Lejano Oeste.
Con ese Guadiana sociosanitario e informativo apareciendo y desapareciendo cada cierto tiempo, llevamos al momento en que alguna lumbrera (a ver si tienen a bien contarnos quién fue) ideó que lo mejor era buscar una solución de 'tapadillo': sacar a los ancianitos de los hospitales y mandarlos a un complejo de apartamentos en zona turística, todo ello amparado en una orden conjunta de las consejerías de Sanidad y Derechos Sociales. La orden existe y fue publicada pero la materialización de la decisión se ocultó. Ahí reside el primer pecado de esta solución, porque si todo es correcto y todo es por el bien de las personas, ¿por qué nadie salió a explicitarlo? Quizás porque intuían que no habría medallas para el que diese la cara...
Estamos hablando de un asunto que tiene muchas aristas. Muchísimas... Empezando por el origen del 'problema', que es muy diverso, porque detrás de cada historia personal de un paciente sociosanitario hay realidades muy diferentes, unas admisibles y otras no. Pero es que la solución no puede ampararse en la opacidad: la Sanidad y la atención sociosanitarias son públicas y lo que se hace con recursos igualmente públicos debe ser conocido por el público (valga la triple redundancia).
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Y eso por no hablar, que habrá tiempo, del ojo clínico del que eligió el complejo alojativo en cuestión y la empresa...
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