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Del director

Retrato judicial

En EEUU sigue muy limitado el acceso de las cámaras a los juicios

Francisco Suárez Álamo

Las Palmas de Gran Canaria

Miércoles, 8 de mayo 2024, 22:57

Entre los anacronismos de Estados Unidos, un país que presume de estar a la vanguardia en muchas cosas, me divierte ese de que en muchas ... causas judiciales esté prohibido el acceso de los periodistas para registrar visualmente lo que allí acontece, de manera que el único testimonio gráfico es el de unos artistas del dibujo.

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Cuentan por ahí que es consecuencia del despliegue sensacionalista que se montó en su día con motivo del juicio por el secuestro y asesinato del hijo del aviador Charles Lindbergh, pero desde entonces para acá ha llovido casi un siglo, de manera que no acabo de entender cómo es posible que la poderosa prensa de aquel país no haya convencido al estamento judicial de que ya es hora de actualizarse. Se lo agradecerá, en todo caso, el gremio de dibujantes judiciales, que merecen cuando menos una serie documental sobre su arte.

Esta semana nos estamos encontrando con esa huella artístico-judicial a la hora de saber qué está pasando en el juicio contra Donald Trump. Para ser exactos, uno de sus muchos juicios: el que lo enfrenta a la actriz porno Stormy Daniels. El motivo no es si el entonces magnate y presentador televisivo fue infiel o no a su esposa Melania con Daniels, sino si pagó por su silencio y si ese pago fue parte de una estrategia que alimentó su popularidad ante las urnas. Más allá de las opiniones personales sobre Trump y el hecho de que su vida privada es, como su propio nombre indica, cosa suya, lo cierto es que el argumento sobre el que basa el pleito bordea el calificativo de peregrino. Pero ya sabemos cómo acabó yendo a la cárcel Al Capone, de manera que tampoco es cuestión de ponerse puristas...

Lo relevante es que cada sesión judicial acaba con Trump saliendo por la puerta deprisa y corriendo porque va a un mitin. Sigue galopando en las encuestas, su candidatura a la reelección por el Partido Republicano está más que asegurada y a día de hoy es difícil apostar por el demócrata Biden como ganador. Quedan los debates entre ambos y la campaña, pero al público que adora a Trump parece que no le importa esto de si se acostó con Daniels o pagó por su silencio. Se repetiría lo ocurrido con Berlusconi, al que una mayoría de italianos no solo disculpaba sus fiestas con mayores y menores de edad, sino que incluso lo jaleaban por su fortaleza y su capacidad de seducción.

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Lo de EE UU es, en todo caso, el retrato de una sociedad con un serio problema. Y un problema que nos afecta a todos precisamente por el poder de EE UU.

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