En Estados Unidos, el presidente Donald Trump ha decidido movilizar al Ejército para realizar tareas que en realidad le corresponden a los cuerpos policiales. Y ... lo hace, ¡oh casualidad!, principalmente en ciudades gobernadas por demócratas y contraviniendo el parecer de sus autoridades locales. Como siempre en estos casos, a un lado están los que aplauden la medida, porque se sienten más seguros viendo patrullar las calles a unos hombres y mujeres con ropa de campaña, y al otro los que entienden que estamos ante un paso para desmantelar la democracia.
Publicidad
Tampoco hay que ir tan lejos con esto de reclamar que venga el Ejército a solventar lo que teóricamente otros no saben hacer. En España, por ejemplo, cada poco tiempo alguien reivindica la participación de los militares para atajar la llegada de inmigrantes de manera irregular, como si la Armada estuviese ahora para apuntar sus cañones hacia pateras y cayucos para obligarlos a dar la vuelta en alta mar. Y, de la misma manera, este verano, ante la ola de incendios en la península, lo que se ha reclamado es la presencia de soldados en la zona, de manera que muchos vecinos cuestionan el trabajo de los efectivos dedicados a las tareas de extinción pero se aplaude cada vez que llega un vehículo con efectivos de la Unidad Militar de Emergencias.
Más allá de las contradicciones, en todos los casos hay un denominador común:asistimos a una actividad militar orientada hacia el interior y enfocada a cuestiones más de índole civil que relacionadas con lo que tradicionalmente se conoce como la 'defensa'. Y sospecho que tanto en Estados Unidos como en España, la ciudadanía aplaudirá si le dicen que hay que destinar más dinero para el Ministerio de Defensa con esos fines. Razón de más, por tanto, para frenar en seco durante un tiempo esa apuesta europea -instada por EE UU- de elevar el gasto para defendernos de no sabemos qué amenazas externas, y sí orientar preferentemente el gasto hacia el patio de casa.
En España, además, contamos con un Ejército profesionalizado, pero donde ya escasean las incorporaciones y donde, además, hay una jubilación forzosa temprana, de manera que cuesta asegurar los reemplazos. Como alterar la dinámica demográfica es muy difícil, eso solo se solventa mejorando las retribuciones y haciendo así más atractiva la profesión militar, algo que pasa también por incrementar las partidas presupuestarias.
Publicidad
Defendernos no es solo apuntar hacia afuera sino también mirar hacia dentro.
Regístrate de forma gratuita
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión