Seamos generosos en la interpretación: la directora de un centro de menores no acompañados (menas) está en su perfecto derecho de hacerse un tratamiento de ... belleza facial y puede cometer el error de pagarlo con cargo a la tarjeta equivocada. Así, el dinero sale de donde no debía: de la cuenta habilitada para gastos del centro de menas. Ysiendo todavía más benevolente, cuando se le pregunta por qué, una vez detectada la 'anomalía', no reintegró el dinero, pues igual resulta que no lo hizo porque estaba muy ajetreada, porque sus ocupaciones son muchas y se desvive por los menores que tutela, de manera que se le pasó, no encontró el momento adecuado... en fin que quería hacerlo pero se quedó corta en la dosis de rabos de pasa y se olvidó.
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Lo que no tiene un pase es que al frente de un centro de menores no acompañados que se costea con dinero público esté una persona que identifica por sistema a esos menores que han llegado en patera o en cayuco con creadores de delincuencia, promotores de una sensación de inseguridad y, ya puestos, protagonistas de una «invasión» que incluye un coladero de «yihadistas». La persona en cuestión tiene derecho a pensar eso, ¡faltaría más!, pues vivimos en un país libre, pero es como colocar de agente de prevención de incendios forestales a un pirómano. Yque conste que más de uno de esos fuegos en el monte ha sido provocado por un devoto de las llamas camuflado de brigadista contra los incendios, pero una cosa es que alguien engañe y otra muy diferente que la directora del centro en cuestión piense lo que pensaba -y seguramente sigue pensando- y lo traslade a la gestión encomendada sencillamente porque no hubo control alguno sobre lo que hacía.
El caso Menas es muy fácil de entender. Tanto que cabe en la viñeta publicada esta semana por Morgan en este mismo periódico. Ante la llegada de jóvenes migrantes y la falta de recursos, se decide externalizar la atención alegando falta de medios y una situación crítica que obliga a soluciones urgentes; aparece una entidad que pone la mano y cuenta a las personas como múltiplos de una sencilla operación matemática para ver cuánto recibe, y quien paga mira para otro lado. Así se explica que para cuidar el rebaño se elija a los propios lobos, porque de eso va esto. La entrevista radiofónica de un periodista a la derecha del PP a la directora del centro que cometió el 'error' de destinar el dinero público a su tratamiento estético habla por sí sola: si grave es lo que piensa y dice, más lo es que la dejarán llevar las riendas de unos menores.
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