El sábado en Telde rodaron las lágrimas por Moisés. Como otros muchos menores de edad, lo subieron a una frágil embarcación en las costas africanas ... en busca de una vida mejor en Europa y, también como otros muchos, se quedó por el camino. Después su cuerpo fue guardado durante meses en una nevera a la espera de cumplimentar trámites legales y finalmente llegó el momento de las exequias.
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Es curioso esto de los seres humanos (algunos) y las lágrimas. Lo digo porque si Moisés hubiese vivido, las lágrimas se hubiesen tornado en saliva gastada en peleas políticas a cuenta de quién tiene la responsabilidad de atender a los menores migrantes que llegan a Canarias. Que es lo mismo que decir que llegan a España y que a Europa, porque a muchos se les olvida.
A día de hoy, un menor inmigrante vivo no es motivo de celebración porque ha escapado del riesgo de morir en una de las rutas más peligrosas del planeta, sino objeto de controversia entre administraciones y, a la postre, entre ideologías. En España hay espacio para acoger a 80 millones de turistas al año pero no para hacerlo con unas decenas de miles de migrantes. Como también vale la pena recordar que en España se abren las puertas para los refugiados de Ucrania y se fletan aviones para sacar a quienes huían del integrismo en Afganistán, con la promesa de permisos de residencia facilitados por vía de urgencia, pero no para quienes huyen del hambre o las guerras no declaradas que hay en el Sahel (en realidad, no hace faltar declarar esas contiendas porque, de facto, ni hay estados como los entendemos en Occidente).
Tras la campaña y las elecciones europeas, estamos asistiendo al consabido ejercicio de 'ese no es mi problema' ante el fenómeno migratorio. La consigna de algunos es clara:si llegan a Canarias, pues es un problema de Canarias. Son los mismos que si llegan unas decenas de personas a Barajas sin los papeles en regla, montan el lío y reclaman que alguien dimita y, por supuesto, que se les saque de allí. Pero se ve que lo de Canarias duele menos en cierta España mesetaria que, efectivamente, sigue existiendo. Y esa certeza no es atribuible solo a los gobiernos regionales conservadores, estén participados o no por Vox: también se produce en los despachos ministeriales, sobre todo en esos donde hay más sensibilidad con la 'singularidad' catalana que con la realidad canaria.
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Así las cosas, pequeño Moisés, descansa donde estés. Quédate con las lágrimas sinceras del sábado en Telde y olvida lo demás.
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