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Del director

Fondo y forma

Lo que no tiene disculpa es el asunto de las formas del Gobierno de España en la cumbre

Hay cuestiones de fondo y hay otras de formas. Y en muchas ocasiones ambas son igual de relevantes, en especial cuando se trata de la ... gestión pública. Es lo primero que me viene a la cabeza ante la puesta en escena y lo que cuentan las crónicas de la cumbre entre España y Marruecos celebrada este jueves en Madrid. Un encuentro entre ambos gobiernos que en realidad fue desigual: por parte española estaba el 70% del Ejecutivo, ya que Sumar se autoexcluye y reniega del diálogo con Rabat. Una exclusión y un enfado que no se traducen en dejar el Consejo de Ministros, que debería ser lo consecuente si se tiene un mínimo de coherencia. Pero ya se sabe que este valor cotiza muy a la baja en el mercado bursátil de la política española...

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Si vamos al fondo y a las formas, uno puede entender que el Gobierno de Pedro Sánchez prime por encima de casi todas consideraciones la buena relación con Marruecos. Además de vecino del sur, es un país de gran importancia para España como destino de inversiones, así como aliado estratégico de cara a la lucha contra el terrorismo yihadista, pues es innegable que hace una labor de tapón frente al fundamentalismo más extremo.

Dicho lo anterior, lo que no tiene disculpa es el asunto de las formas del Gobierno de España en la cumbre. Lo digo porque no se entiende la opacidad en una democracia parlamentaria: si de verdad creemos en ese modelo, Pedro Sánchez y el ministro Albares tienen una deuda pendiente con las Cortes en lo relativo a Marruecos y el contencioso saharaui, pues no informaron previamente antes del histórico giro de 180 grados, como tampoco lo hicieron antes de repetir esa posición en la cumbre de este jueves. ¿Tanto cuesta ser claros y tanto les pesa dar la cara ante la representación de la soberanía nacional? Salvo, claro está, que esos silencios sean fruto de peajes que desconocemos, pero que tampoco son admisibles cuando se trata de la posición como Estado.

Respecto a Canarias, ya lo han dicho voces autorizadas como la del presidente de Canarias o el presidente del Cabildo de Gran Canaria: nos estamos jugando mucho y tenemos derecho a saber, e incluso a estar presentes. Si Cataluña estuviese donde Andalucía, doy por hecho que Salvador Illa habría estado en la cumbre o en un despachito al lado. Y seguro que ERC e incluso Junts estarían al tanto de lo dicho -o incluso habría condicionado lo que se podía decir y lo que no-. Otra vez nos han tratado como si fuésemos de segunda... o peor aún, como un país tercero. Pero resulta que Canarias es la que está a tiro de piedra de las costas africanas.

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