Pablo Iglesias, fundador y exlíder de Unidas Podemos, y Juan García Gallardo, vicepresidente de Castilla y León y máximo dirigente de Vox en esa autonomía, ... coincidirán este fin de semana en Gran Canaria. Es más, sus respectivos partidos han previsto actos en el mismo espacio de la capital grancanaria, aunque con medio día de diferencia: unos el sábado y los otros en la mañana del domingo.
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Estamos hablando de dos partidos situados en los extremos del arco ideológico, si bien en el caso de Unidas Podemos ese espacio lo tiene que compartir ahora con otras siglas que han salido precisamente de aquella casa común que fue Podemos en su día (Drago, Reunir, Sumar, Más Madrid y confluencias y divergencias varias).
Estamos hablando, por tanto, de formaciones que han vivido momentos mejores y que ahora, cuando se miran en el espejo, igual se preguntan qué les sucedió para pasar del esplendor a cierto agotamiento. En el caso de Podemos, creo que no hay duda en el diagnóstico: nada peor que ejercer el poder para comprobar el desgaste derivado de no poder llevar a la práctica lo prometido.
Añadamos a eso una serie de errores manifiestos, entre los que no pueden quedar fuera la sucesión de purgas o autoexclusiones, así como cuestiones de la vida personal que tuvieron una trascendencia mediática algo desorbitada, pero precisamente por lo mismo de antes: hacer lo contrario de lo que se había predicado. Me refiero, evidentemente, a la compra de la casa de Galapagar, quizás una de esas cuestiones que acabará estudiándose en las facultades de Ciencias Políticas en el capítulo dedicado a 'Lo que nunca hay que hacer si se ha presumido de vivir feliz en un piso de barrio y no querer salir de ahí'.
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Respecto a Vox, pensó que podía 'sorpassar' al PP y también se equivocó. Después vino la decepción que supuso para ellos no ser imprescindibles para la gobernabilidad en Andalucía, con el añadido del 'divorcio' con Macarena Olona, más las polémicas que acompañan a García Gallardo un día sí y otro también, y finalmente esa moción de censura que creo que solo ha servido para que Ramón Tamames promocione la venta de su último libro.
En clave canaria, los dos partidos están en situación desigual: Vox sacó representación en las Cortes pero tiene la asignatura pendiente del Parlamento canario, los cabildos y los ayuntamientos isleños, mientras que Podemos lucha por no salir de ellos. O sea, extremos puros y duros.
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