Al fútbol de competición le está pasando como a las series de televisión:el 'secuestro' por parte del negocio ha derivado en un ejercicio de ... exprimir al máximo lo que se ofrece, de manera que ya no vale con un partido de cada equipo o un episodio cada semana, sino que hay que llenar el catálogo de la oferta para que cada día y cada hora haya un encuentro o nueva entrega audiovisual con la que hacer taquilla. El resultado es, evidentemente, una pérdida de calidad, a lo que se une, en el caso del balompié, una cadena de lesiones nada más comenzar la temporada.
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El pasado fin de semana cayeron Ter Stegen y Rodri. Su condición de estrellas hace que sus problemas físicos ocupen espacios televisivos y portadas de periódicos, pero junto a ellos hay otros compañeros de profesión con menos caché y problemas similares.
Como prueba del estrés al que se les somete, tenemos esta misma semana, en la que cada día hay uno o más partidos de la Liga española, para luego regresar a competiciones europeos, partidos de la selección... Y ya ni siquiera vale aquello de quitar los encuentros 'amistosos' de las selecciones, pues el nivel de exigencia a los equipos es prácticamente similar: todo seleccionador sabe que si encadena dos derrotas en ese tipo de partidos, su puesto puede peligrar y los jugadores convocados se arriesgan a no serlo en los siguientes.
En Europa, para más inri, la Champions se ha ampliado, con más partidos y, por tanto, más exigencia física, y donde antes solo estaba la Eurocopa para decidir qué equipo se coronaba en el Viejo Continente, ahora se ha añadido la Liga de las Naciones
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El otro efecto perverso de esta sucesión de partidos de alta exigencia es que se obliga a los equipos a gastar mucho más en la confección de las plantillas, pues precisan de una larga lista de jugadores de élite. Así las cosas, el fútbol es cada vez más una cuestión de millones de euros, cortocircuitando en ocasiones la paciencia para formar talento incipiente. La deriva especulativa que provoca ese fenómeno es evidente y la vemos cada ventana de fichajes con unos precios desorbitados y con unos presupuestos que muchas veces son insostenibles.
Volviendo al símil de las series televisivas, no se hace mejor ficción audiovisual porque haya espectadores dispuestos a tragarse temporadas enteras en una sentada de una tarde. Eso es respetable pero se acaba bajando el listón de la calidad.
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