Broma eurovisiva de mal gusto. Mientras en Gaza siguen cayendo las bombas y muriendo civiles, y mientras hay rehenes israelíes que continúan en poder ... de Hamás, en España se abre un debate social que ahora salta a la política en torno a Eurovisión; el resultado de Melody; los votos cosechados por Israel y la advertencia del ente televisivo europeo de tomar medidas contra RTVE por haber criticado lo que hace el Gobierno de Netanyahu. Sería divertido este disparate si no fuera porque hay sangre por medio, de manera que la broma no la veo. Eurovisión, nos guste o no, nos parezca trasnochado o lo más 'in', es un concurso televisivo en el que las reglas del juego son las ya conocidas: hay un jurado y hay un televoto. No tiene sentido que RTVE se indigne con el resultado cuando en su Benidorm Fest se aplica un procedimiento bastante similar. Es más, me incluyo entre los que piensan que si en ese certamen el criterio hubiese sido otro, igual nos habríamos ahorrado mandar a Melody con una canción que, personalmente, me parece de otro tiempo. Pero yo no soy jurado: mi opinión vale lo mismo que la de cualquier otro, como supongo que pensaron los que en masa apoyaron a Israel. ¿Hubo manipulación en el televoto?, se preguntan algunos. Sinceramente, me interesa más saber qué provocó el apagón en la península, que van pasando los días y no hay respuestas, y bastante menos si Eurovisión fue víctima de un 'hackeo' orquestado desde Israel.
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Tercera protesta. Las movilizaciones de este domingo bajo el lema 'Canarias tiene un límite' contaron con bastante menos respaldo popular que las iniciales y con algo más que en la segunda convocatoria. Da la sensación de que los promotores están cansando a quienes les siguieron hace un año, porque muchos de los problemas que denunciaron entonces siguen sin solución. Es algo habitual cuando no se acierta a canalizar un movimiento y no se le da forma. Si damos por buena la asistencia de este domingo que dan no tanto los promotores como las fuerzas de seguridad, hay una masa social suficiente para articular una opción política y presentarse a las elecciones. Porque creo que sigue siendo en el Parlamento y en los plenos municipales e insulares donde sí se pueden presentar iniciativas y adoptar decisiones orientadas a resolver lo que se está denunciando. Lo otro va camino, visto lo visto, de ser un ejercicio tan melancólico como estéril. Y nada peor que desanimar a quienes piensan que hay otra forma de hacer las cosas. Porque la hay.
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