Un 8M, no dos

Del director ·

Es un día para continuar dando pasos hacia adelante

Francisco Suárez Álamo

Las Palmas de Gran Canaria

Jueves, 7 de marzo 2024, 22:44

Entre las peores cosas que ha podido pasarle al feminismo está la división entre bandos. Una división que seguramente tiene sus razones si escuchamos a ... las dos partes, pero que ha dado alas a quienes sostienen que el discurso feminista se ha sobredimensionado, que el empoderamiento era innecesario y que ellas han terminado por generar una fractura mucho mayor que la pretendían subsanar.

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Si miramos los resultados sociológicos, es evidente el alto precio que se está pagando por esa quiebra. El trabajo de años se puede ir por el sumidero si se continúa así, de manera que no nos rasguemos las vestiduras si esos jóvenes de hoy que empiezan a ser un núcleo importante en términos cuantitativos y que piensan que ya está bien de «tanto feminismo», mañana son legión y, además, están sentados en los centros de toma de decisiones.

Como en todo debate agrio, llega un momento en que se pierde la perspectiva y es casi imposible saber quién lanzó la primera piedra. ¿Tuvo la culpa Carmen Calvo cuando interpretó que el discurso feminista era patrimonio suyo? ¿O hay que mirar hacia Irene Montero y algunas decisiones de su Ministerio? Insisto: el debate ya es estéril. Lo grave es la consecuencia.

Como grave también es que se acaben tirando piedras desde algunos colectivos que llevan décadas luchando por la igualdad contra quienes han estado haciendo lo mismo. El maniqueísmo en torno a que si se está con los derechos plenos a los transexuales, se está en contra del feminismo 'de verdad', hace un daño inmenso. No solo por quienes de repente se ven en una u otra trinchera sin habérselo planteado, sino porque alimentan los discursos de odio de aquellos, a la hora de la verdad, serían felices si volviésemos a la caverna del pleistoceno.

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Dicho lo anterior, que este 8M no se fundan en un abrazo en una de las manifestaciones en Madrid Carmen Calvo e Irene Montero es como para que ambas se lo hagan mirar. Décadas de batalla cimentada en ocasiones en torno a gestos y símbolos precisarían de detalles como ese, de anécdotas que reflejarían que hay altura de miras y, sobre todo, capacidad para tener claro que el enemigo a batir está enfrente y no alrededor.

Partiendo de la tristeza, el enfado y el pesimismo ante tamaña irresponsabilidad, este 8M sigo pensando que es un día para continuar dando pasos hacia adelante. A ser posible a gran velocidad pero, sobre todo, sin que haya uno solo hacia atrás. Eso, nunca.

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