Donde unos dijeron que Pedro Sánchez y el PSOE nos estaban llevando hacia una dictadura bolivariana que dinamitaba la separación de poderes y consagraba la ... corrupción y donde otros dijeron que Alberto Núñez Feijóo y el Partido Popular se habían asimilado a la ultraderecha y manipulaban la Justicia a su antojo, llegó el martes y todos esos discursos quedaron aparcados. La foto del ministro Bolaños y el dirigente del PP González Pons sellando el acuerdo para la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) coge a contrapié a quienes elaboran los argumentarios en ambos partidos.
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Se trata, además, de un acuerdo bendecido y patrocinado por la Comisión Europea, en una especie de mediación internacional que tampoco se explica en el caso de un país con más de cuatro décadas de democracia. ¿De verdad que hacía falta esa tutela comunitaria? Lo digo pensando mayormente en los que se indignaban por una mediación internacional entre el PSOE y Junts, pues peor me parece que tengan que participar en la negociación unos comisarios que, a fin de cuentas, no fueron elegidos por los ciudadanos españoles.
Vamos, en todo caso, a quedarnos con el vaso medio lleno. Se pone fin a un bloqueo institucional que incumplía un precepto constitucional. Esto no conviene olvidarlo, pues no hablamos de una mera formalidad. Un país que se respeta a sí mismo y que quiere que lo respeten los demás debe cumplir con sus normas fundamentales y en esto se estaba haciendo todo lo anterior. Pero no un día ni dos ni tres... sino cinco años.
Y si las responsabilidades estaban en los partidos mayoritarios principalmente, no menos en el propio órgano de gobierno judicial. La imagen de unos magistrados atrincherados ha sido nefasta para la credibilidad de los ciudadanos en uno de los poderes clave en toda democracia. Más aún cuando ese CGPJ seguía opinando sobre las decisiones del legislativo y del Gobierno, amparándose en una legitimidad que se había ido por el sumidero hacía tiempo.
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¿Por qué ahora el acuerdo? Esa es la 'x' por despejar pero sospecho que porque unos y otros prefieren el actual modelo a adentrarse en las procelosas aguas de un cambio legislativo sujeto al albur de quien esté en la Moncloa en cada mandato.
Particularmente me quedo con las caras de sorpresa de algunos en ambos partidos mayoritarios al ver la imagen de la firma en Bruselas. Los giros de guion siempre me han gustado.
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