La fábula del topo

Ultramar ·

Con el frentismo a más, una moraleja clara: cuánto de nociva es la deriva en la que estamos

Manuel Chaves Nogales, considerado por muchos el mejor periodista español del siglo XX y el más preclaro cronista de la guerra civil, tanto que fue vilipendiado por las dos partes, narra en su libro 'La vuelta a Europa en avión', escrito en 1928, su encuentro con los miembros del Círculo Español de Praga y cuenta que éste nació en 1916, cuando en el periodo culminante de la guerra europea, con las nacionalidades ensartadas en la doble monarquía austrohúngara debatiéndose entre los horrores de los combates y la revolución naciente, un grupo de intelectuales, asqueados de la horrible matanza y aprisionados por el cinturón de odios buscó un refugio espiritual, una zona neutra que les sirviera de descanso en el batallar de las filias y las fobias en que se veían, contra su voluntad, metidos. Entonces pensaron en España, relata.

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«Hablar de España, conocer su historia, estudiar su cultura, aprender su idioma era para ellos un oasis; un término de conciliación entre aquellos hombres cogidos en el foco de una lucha feroz. Así nació el Círculo Español de Praga».

Y leyendo esto, viendo la España polarizada en la que estamos, con el frentismo acentuándose, escuchando los vacuos discursos de los políticos, salpicados de insultos e insensateces, que ni la salud mental les merece respeto, ejemplo de cuán lejanos están de los exhaustos ciudadanos, más aún después de este año último de padeceres acentuados por mor de la pandemia, y de los que no hay paisano que se libre, a uno le asalta la pregunta de si no habrá que hacer razón de Estado y encontrar un oasis que nos concilie y libere de este fango en el que se empecinan y regodean en mantenernos.

Si me permiten la recomendación, en esa búsqueda del oasis que alivie la congoja, sin no por ello olvidar los tiempos, al contrario, hoy aún pueden ver en el Guiniguada la obra 'Fábula del topo y el murciélago', de la compañía 'Delirium', que ayer se estrenó, basada en la vida de Pedro Perdomo, un represaliado que vivió 33 años escondido en La Isleta para sortear la persecución que le hacían los del otro bando, en lo que constituye, además de una muy buena puesta en escena, un magnífico y revelador ejemplo del valor de la cultura como motor para restaurar la memoria y que nos deja una reveladora moraleja que no es otra que cuan nociva es la deriva en la que nos encontramos.

Parafraseando a Unamuno, déjense de jugar a los 'Hunos' y los 'Hotros', enconen menos y alivien más.

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