La consejera de Turismo, Industria y Comercio del Gobierno de Canarias, Yaiza Castilla, no pudo evitar esta semana reconocer su frustración -o quizás su malestar- ante la decepcionante respuesta del Ministerio de Turismo frente a la situación del sector en general y en Canarias en concreto, donde es el motor económico indiscutible y no hay alternativa a corto o medio plazo. Fue en julio cuando la ministra Reyes Maroto anunció un plan específico que iba a Tener en cuenta el daño sufrido por el turismo canario ante la paralización de su actividad; cinco meses después reiteró esa promesa y ya estamos en marzo de 2021 y no se ha concretado nada. Es más, ya asume el sector que el prometido plan ni existe ni se le espera.
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Frente a esto, la Consejería trata de insuflar ánimos a un negocio que a día de hoy está literalmente muerto. El margen de maniobra de la consejera y de todo el Gobierno canario es bastante menor que el estatal, de manera que solo caben esperar medidas paliativas y fiarlo todo a una recuperación que a día de hoy es bastante incierta. Porque una cosa es que en algunos mercados emisores, como el Reino Unido, haya deseo de viajar de vacaciones al extranjero en verano, y otra que el ritmo de vacunaciones, tanto en esos estados como en la propia España, haga viable esa aspiración. Pensemos cuál sería la reacción si a las primeras de cambio una apertura precipitada de fronteras derivase en la llegada de turistas que actuasen como propagadores de nuevos contagios, como también debemos pensar cómo reaccionarían nuevamente en el Reino Unido y Alemania si sus compatriotas se contagiasen durante sus vacaciones en Canarias. Volveríamos a las cuarentenas y finalmente a la cancelación de vuelos.
Para que esas expectativas de cara al verano se puedan hacer realidad también es clave que la Unión Europea se ponga de acuerdo sobre las garantías que reclamará a los viajeros. Tanto si es el llamado 'pasaporte de vacunación' de la covid-19 como cualquier otro mecanismo, no se debe caer en lo vivido en los últimos meses, con cada país aplicando medidas por separado.
Mientras se aclara ese punto, subrayamos la decepción -y también la indignación- ante la inacción del Ministerio de Sanidad. Pedro Sánchez tiene en ese capítulo una deuda contraída con Canarias y, aunque tarde, urge que la pague.
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