Redoble de tambores, porque llega el debate del estado de la nacionalidad. Y que suenen los clarines, pues se trata del primero de la presente legislatura. El que tocaba celebrar el año pasado quedó suspendido por el estado de alarma y este 2021 sí lo hay porque parece que ya nos hemos acostumbrado a vivir en esta 'nueva normalidad' de la mascarilla, la distancia social y la Semana Santa convertida en tiempo de recogimiento.
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Veremos si sus señorías cumplen con la recomendación de quedarse en casa. Ayer se daba por hecho que serían bastantes los diputados que sí acudirían al pleno, a pesar de que pueden hacerlo telemáticamente y a pesar también de que el esquema de la sesión solo da protagonismo al Gobierno y a los portavoces. Si se cumplen los pronósticos, estaremos ante unas señorías que no terminan de entender que el cargo les obliga a ser y parecer cumplidores con lo que se reclama al conjunto de la ciudadanía. Veremos si, como dijo Gustavo Matos, presidente del Parlamento, en la entrevista publicada el pasado domingo, los diputados viven con un pie pegado a tierra o si, por el contrario, habitan en un mundo virtual.
En cuanto al contenido, el debate suele servir para medir la temperatura de los gobiernos de coalición, la fortaleza o la debilidad del presidente del Ejecutivo, así como la relación entre quienes ostentan el poder y quien están en la oposición. En todos esos conceptos, personalmente no espero grandes sorpresas. El Pacto de las Flores sigue adelante a pesar de los muchos pesares y a pesar de las muchos ofrecimientos de Coalición y Partido Popular para reventarlo como una piñata. ¿Cuánto tiempo? Pues básicamente dependerá de la capacidad del presidente Torres para mantener engrasada la relación con sus socios y, sobre todo, con la Agrupación Socialista Gomera. Sobre esto, no olvidemos que Torres tiene experiencia en gobernar en coalición, un factor que muchos olvidaron cuando se conocieron los resultados de las elecciones de 2019, los mismos que a las primeras de cambio lo veían sentado en la bancada de la oposición.
¿Y qué esperar de los partidos que no gobiernan? Pues una competición a ver quién es más severo en la crítica, quién consigue crear alguna fisura en el pacto de gobierno y quién asaetea con mayor crueldad a la consejera Noemí Santana -ya verán que le va a tocar la peor parte-. ¿Por qué tanta acritud? Pues porque la oposición está en campaña y va a seguir así; es más, cree que le va la vida en ello viendo asomar las orejas de Vox, que para algo vino ayer Ortega Smith.
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