Gran Canaria sí tiene quien la quiere
Una isla es un producto turístico que debe emocionar, en su conjunto, al visitante que, de forma anticipada, la escoge como su próximo destino vacacional, congresual, deportivo, cultural, gastronómico, conforme a una serie de 'rasgos' físicos de su naturaleza, paisajes, ciudades y pueblos
Duele. A los ojos y al sentimiento. Mucho más de lo que piensen aquellos de los actuales cargos institucionales que, en los distintos niveles de ... la administración pública, o bien hacen la vista gorda mirando a los cuadros que decoran sus despachos; bien se pasan la pelota cual pío pío ralentizando el juego hasta el hastío; bien ejecutan un incomprensible ejercicio de irresponsabilidad gubernamental.
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Dolor visual y emocional que, circunscrito específicamente a Gran Canaria, y desde la óptica tanto medioambiental como turística, tan acertadamente reflejó recientemente en CANARIAS7 el periodista Gaumet Florido. Con un titular, en su información del pasado 24 de abril, que no dejaba lugar a dudas: «Más molinos, y también más basura en el sureste». Acompañando sus interesantes aportaciones periodísticas con una serie de imágenes fotográficas que, no por desconocidas de antaño para grancanarios y grancanarios, hubieran sido merecedoras de un previo «las siguientes imágenes pueden herir la sensibilidad de la buena gente de Gran Canaria».
Con toda seguridad, el 50% del impacto emocional generado por las duras imágenes de suciedad, abandono y desidia a lo largo de todo el sureste de la isla redonda, se generó, no por la noticia en sí misma. Sino porque a la mayoría de nosotros se nos hizo presente, de inmediato, el volver a estar frente a un auténtico estercolero 'dictaminado' desde hace años por unos y otros. Por el incivismo de muchos, pero, peor aún, por la inacción institucional correspondiente. Y ante la que nadie, en esta isla, parece hacer frente, con arrestos, de forma definitiva.
Antena3 Noticias, abril de 2019, «Los invernaderos abandonados son un problema sin control». COPE Canarias, mayo de 2020, «Los barrancos del sureste de Gran Canaria, llenos de basura». 'Diario de Avisos', mayo de 2022, «Encuentran 3km cuadrados de bolsas de plástico en un vertedero de Gran Canaria». Y así podría seguir aburriéndoles –y 'dañándoles'- con muchos más titulares de esta índole.
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Seamos claros y contundentes: desde hace años, Gran Canaria ostenta la dudosa corona de contar con el corredor aéreo de aterrizaje aeroportuario más feo y desagradable, probablemente de toda Europa. Ofreciendo una muy lamentable imagen a todos los visitantes que llegan a la isla por vía aérea. Situación, insisto, conocida por toda la sociedad grancanaria. Y reflexión al respecto de un sencillo canarión que ama su isla que a nadie debe ofender.
Corredor aéreo de 'bienvenidos a Gran Canaria' que ya no sólo muestra vertederos, plásticos e invernaderos abandonados. Sino, incluso, como atracciones complementarias, desde un vertedero de hamacas al aire libre del sur más turístico grancanario; hasta el nuevo cementerio de pateras del sureste. Ahí todavía reposando las barcazas –a vista de vecinos, y también a plena vista desde las ventanillas de los aviones- desde que se produjera, en plena pandemia, la llegada incesante de personas migrantes. Luego inhumana e injustamente hacinadas durante semanas en el «muelle de la vergüenza» de Arguineguin, a pesar de tanto 'progresismo solidario'. Que nunca se olvide.
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Y como supuesto destino turístico de excelencia, la gravedad de la situación se extiende al hecho de que el referido abandono e inatención de los espacios, infraestructuras y/o servicios públicos que debieran ser santo y seña de una auténtica 'isla de cuento', van alcanzando, inexorablemente –cual gangrena que no es atajada a tiempo- los cuatro puntos cardinales de la isla. Más el del centro.
Como, por ejemplo, el abandono en forma de deplorable estado de la GC-600, nuestra arteria coronaria, la carretera que nos lleva desde Los Llanos de la Pez hasta el punto de partida para el sendero al Roque Nublo. Tal y como, sin ir más lejos, han podido comprobar «en sus ruedas» los cientos de campistas de la isla que acudieron a dicho espacio natural este reciente puente festivo del 01 de mayo.
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Como, por ejemplo, el vergonzoso y peligroso estado en que se encuentra el pequeño estacionamiento para vehículos justo en la base de dicho sendero al Nublo. Para sonrojo de grancanarios y grancanarias, y para incredulidad de los cientos de turistas extranjeros que visitan nuestro monolito natural por excelencia. Ello, además, aderezado por la incapacidad previsora para regular adecuadamente el tráfico en la zona los días de mayor afluencia a la zona, poniendo en riesgo, incluso, cualquier posible intervención de los servicios de emergencia en caso de accidentes o similares.
Como, por ejemplo, también en el corazón de Gran Canaria, la inexplicable presencia de alambradas de espino en las zonas de nuestros montes. Elemento de cerramiento de fincas, cercados, bancales o similares, no sólo muy peligroso para la integridad física de las personas. Sino elemento de cierre o delimitación supuestamente prohibido en Canarias conforme a la legislación territorial y/o medioambiental vigente.
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Una isla es un producto turístico que debe emocionar, en su conjunto, al visitante que, de forma anticipada, la escoge como su próximo destino vacacional, congresual, deportivo, cultural, gastronómico, conforme a una serie de 'rasgos' físicos de su naturaleza, paisajes, ciudades y pueblos. Y conforme, también, a toda una serie de importantes atributos complementarios (oferta alojativa, facilidades de conectividad y traslados, opciones de ocio complementario, etc.). Todo lo cual da forma a esa isla que cautiva –antes, durante y después del viaje- al turista. Y que tanto la recomienda o no. Como a la que acude repetidamente, o, por el contrario, 'una y no más'.
En la comparativa, con datos de Promotur, entre los años 2019 y 2022, observamos que Fuerteventura pasó de 1.895.000 turistas, a 2.058.000. Creciendo, así, en 163.000 visitantes (8,6%). Por su parte, Tenerife, pasó de 5.729.000 turistas, a 5.821.000. Creciendo también en 92.000 visitantes (1,6%). Mientras que Lanzarote, de 2.913.000 turistas, vio algo reducida dicha cifra, pasando 2.734.000, y decreciendo, por tanto, en 179.000 visitantes (-6,1%).
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¿Y Gran Canaria? Pues perdió la nada 'despreciable' cifra de 405.000 turistas (-9,7%). Pasando de los 4.194.000 turistas en 2019, a tan sólo 3.789.000 en el reciente 2022.
¿Qué el primer trimestre de 2022, con mayor peso del turismo invernal escandinavo en Gran Canaria, continuábamos aún con restricciones por la pandemia? Cierto. Pero dicho turismo escandinavo cayó porcentualmente incluso más en Tenerife (-26,2%) que en la isla redonda (-21,8%).
¿Qué el turismo alemán haya podido verse más afectado por los efectos de la inflación que azota a toda Europa; y que es el mercado emisor que más está sufriendo las turbulencias de los conflictos aeroportuarios? Cierto. Pero hasta ahora, dicho tradicional mercado germano cayó en Gran Canaria, en 2022, un 19% respecto a las cifras de 2019. Mientras que Fuerteventura y Tenerife alcanzaron prácticamente la misma cifra de visitantes germanos que en el año pre-pandemia.
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En un destino turístico, las zonas o núcleos que acogen la actividad turística presentan prácticamente los mismos ciclos de vida que un ser vivo: nacimiento, crecimiento, maduración y declive. Y del declive a la desaparición va un paso. El mismo paso que, a la inversa, puede y debe acontecer de la fase de declive respecto a la de la renovación y regeneración -turísticamente hablando- hoy de Gran Canaria, mañana de cualquiera de nuestras otras siete maravillosas islas.
Lo bueno de todo esto es que Gran Canaria, de verdad, sí tiene quien le quiere. Esas aproximadamente 880.000 personas que vivimos en ella. Y, mejor aún, a ser posible, por cercanía electoral en el calendario, los aproximadamente 670.000 grancanarios y grancanarias residentes con derecho a voto en las próximas elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo.
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Porque, ¿qué mejor manera de replicar el éxtasis baloncestista europeo vivido en el Gran Canaria Arena, afinando aún más si cabe el 'te llevo en el corazón, te amo con el alma, vivir en ti es mi razón, ¡ay mi Gran Canaria!', a través de la partitura del mejor voto posible? El que le dicte su conciencia.
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