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Las contradicciones de Oramas

Primera plana ·

Los votantes de Vox la alaban y comparten sus alocuciones en la tribuna por las redes sociales. Oramas tiene su público

Sábado, 21 de noviembre 2020, 08:32

Ana Oramas sabe comunicar. Es hábil en el manejo de la retórica emocional. Y su intervención esta semana en el Congreso de los Diputados lo demuestra. Sin embargo, pasado el calor del momento, en frío, es cuando emergen las contradicciones de su discurso. Y su entrevista en 'El Mundo', publicada ayer, lo refleja a la perfección. Oramas ha sido noticia por rescatar de la memoria el Movimiento por la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario (MPAIAC). Suelta en el diario editado en Madrid: «Nos tendremos que hacer independentistas». Es decir, no lo es ni se aproxima aunque, 'a censu contrario', manifiesta que lo haría porque no le queda otra o, lo más relevante en términos políticos, denota que atestigua el éxito y arreón del soberanismo catalán y EH Bildu frente a la impotencia de las derechas mesetarias recluidas en su idea del neoespañolismo borbónico y centralista. En el mismo rotativo critica que Pedro Sánchez es «descortés con Marruecos» y que Pablo Iglesias «alienta el referéndum en el Sáhara» como mecanismo de solución, contemplado en la legalidad internacional y en resoluciones de la ONU, del conflicto aún pendiente de zanjarse. Dice esto, para mal, de los saharauis pero luego abandera el recuerdo del MPAIAC. Hasta el PNV ha sacado un comunicado amparando la celebración de la consulta y «la libre voluntad expresada por el pueblo saharaui». ¿Cómo casa todo esto? ¿Recapacitará Asamblea Majorera?

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Pero no queda ahí. Sigamos. Agita el independentismo canario pero después reconoce y aplaude la «acción diplomática importantísima con el rey» en la crisis de los cayucos en 2006. Es totalmente inconcebible pensar que un dirigente del nacionalismo e independentismo catalán, vasco o gallego defienda su proyecto respectivo y, a la par, ensalce al monarca; actualmente a Juan Carlos I le persigue su presunta corrupción sistemática, cobro de comisiones y manejo de cuentas en paraísos fiscales. Ni por asomo los nacionalismos periféricos protegerían su respectivo ideario proclamando, como hizo Oramas, «somos parte de España». Una intención rematada, con aroma de melancolía que en el fondo conecta con el neoespañolismo de la derecha, con otra frase: «España no considera a Canarias como parte de su territorio». Dicho en plata, el problema para Oramas no es que el orden político no consolide la plurinacionalidad (reconocida constitucionalmente), invalide la identidad y el sentir del pueblo canario, sino que España no atiende ni exhibe como es debido su españolidad hacia las islas.

No es de extrañar, por tanto, que Oramas sea espoleada y vanagloriada por la ultraderecha. Los votantes de Vox la alaban y comparten sus alocuciones en la tribuna por las redes sociales. Oramas tiene su público: ¿pero cuál es en realidad?, ¿es el mismo el de aquí que el de la península? Es como si los lunes, miércoles, viernes y domingos personificase una variante más de UPN, Foro Asturias o Vox, entre el foralismo y lo ultramontano, y los martes, jueves y sábados reluciera un barniz de tímida canariedad regionalista. La indefinición es patente y no favorece al conjunto de CC. Sobre todo, fuera de Tenerife. Así las cosas, haría bien Pedro Quevedo en sopesar seriamente mantener el escaño y agotar la legislatura; por congruencia con el nacionalismo canario.

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