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Juan Carlos Alonso

No nos condenen más

Ultramar ·

Hay miseria, desolación, desencanto. Cuesta entender tanta insensibilidad

Sábado, 5 de diciembre 2020, 07:02

Dice poco en favor de una administración central que cuando toda una comunidad le pide algo, con la unanimidad de las fuerzas políticas y con su presidente al frente, que para más inri es del mismo partido que gobierna allá y al que abocan a enfrentamientos que no desea, la respuesta sea oídos sordos o 'excusas' europeístas con las que justifican el no a las razonables demandas, porque no es una sola. Que la cosa está bien grave.

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Ha ocurrido con las derivaciones de migrantes, otro tanto con la ley de cadena alimentaria, que en su empeño por homogeneizar territorios no contempla la excepción al plátano canario, y está ocurriendo con los test de antígenos a los turistas, por los que claman todos, a la vista del alto precio de los PCR, más caros que los billetes aéreos que los traen hasta aquí.

Claro que no es la primera vez, pero pocas veces hemos sido testigos en tan poco tiempo de tanta desatención a una realidad que, aunque allá no sepan apreciarla, es diferente y singular. Tanto que hasta los Reyes Católicos tuvieron a bien reconocerlo. Parece que en este asunto la memoria histórica brilla por su ausencia. Por no hablar de la gravísima situación económica y social que atravesamos. ¿Hasta cuándo hay que repetir que encabezamos todos los parámetros negativos?

No nos condenen más. Ya no valen palabras, ni visitas de fin de semana, cuando los hechos demuestran que somos simples peones de la geopolítica, y así nos espetan que de aquí no saldrá ni un solo migrante, a lo sumo un uno por ciento, por aquello de que Europa no está dispuesta a consentir que esta sea su entrada sur, aunque nuestra capacidad de acogida y atención esté totalmente desbordada y ello nos aboque a condenar a los migrantes a una estancia indigna.

No nos condenen más. Ya sabemos que hace mucho que teníamos que haber diversificado la economía, que el empecinamiento en vivir sometidos a un monocultivo, casi todos ellos impuestos, aboca a crisis cíclicas, pero ahora se trata de una emergencia y es preciso recuperar el pulso turístico, porque, aunque ya nos gustaría tener otros, es prácticamente, a día de hoy, nuestro único sustento. Por eso resultan clamorosas las largas dadas a la petición de que se autoricen los test de antígenos para permitir la entrada de visitantes, poniendo al Gobierno de Canarias en un innecesario brete.

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Hay miseria, desolación, desencanto. Cuesta entender tanta insensibilidad.

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