La constatación de que el vocablo canariedad no está recogido en el diccionario de la Real Academia Española (RAE) ha provocado estupor en no pocos y activado una campaña en las redes sociales para que se incluya. No es mala cosa, entendiendo que cuando se empieza a ceder en las palabras se termina por ceder en la cosa misma, como avisara Sigmund Freud. Y es que estas no son simples objetos decorativos, son mucho más, construyen realidades; y la nuestra ahí está, falta de reconocimiento en demasiadas ocasiones y aspirando a hacerse un hueco desde hace mucho sin excesivo éxito, a la vista está.
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La decisión del Ministerio de Hacienda de reducir el diferencial favorable a Canarias en los incentivos fiscales entre las producciones audiovisuales realizadas en Península y aquí, contraviniendo lo estipulado en la ley del REF es un ejemplo, que puede ser anecdótico si de volumen de dinero hablamos pero revelador de la consideración que se tiene allende los mares a uno de los santos y señas de la canariedad, esa que aún no ha logrado hacerse un hueco en el diccionario de la RAE , pero que sí define una identidad que se expresa en múltiples planos y que atesora un valor de magnitud incalculable y nos incluye a todos.
La canariedad, o el canarismo, como ha apuntado en numerosas ocasiones Josemi Martín de la Fundación Tamaimos, es un elemento que va más allá de ese nacionalismo mercantil que impera por estas ínsulas y además destierra su tono excluyente; eso sí, a sabiendas de que lo que somos nosotros, como nos enseñara el antropólogo Fernando Estévez, es el resultado de una negociación, porque las identidades requieren, por definición la existencia del otro.
Por tanto, que sepan en Madrid que esas reiteradas negaciones, olvidos y torpezas que comenten para con nuestras singularidades y realidades, este picotazo al REF o la insensibilidad con la crisis migratoria, por citar ejemplos recientes, ayudan a reafirmar una idiosincracia que aun cuando no esté oficialmente reconocida existe en todos los isleños.
Coincidiendo con esto el Premio Canarias Ángel Sánchez acaba de publicar 'El signo insular', una monumental obra, un arca de imágenes de la canariedad visual, en la que cuenta «cómo se van definiendo, estabilizando y reproduciendo los signos que 'dicen' sobre las siete islas», demostrando que los signos no nos aíslan y también nos reivindican, que en eso de la autoestima arrastramos bastantes debes.
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