Parece un milagro, pero todo indica que la consejera de Agricultura, Ganadería y Pesca va a terminar la legislatura, a pesar de que nadie sabe muy bien lo que ha hecho durante su mandato, incluso hay quien duda que haya estado ahí en algún momento.
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Su intervención de ayer intentando explicar -de aquella manera- lo sucedido en la Dirección General de Ganadería fue, probablemente, la vez que más ha tenido que hablar la consejera durante estos años. Y ya podemos entender el motivo de su discreto papel.
Cambios en direcciones generales de su área, cambios en la gerencia del Instituto Canario de Calidad Agroalimentaria, ausencia de un programa para el sector primario, agricultores, ganaderos y pescadores en contra, reparto de multitud de subvenciones poco coherentes, promesas y más promesas sin cumplir y para rematar llega el caso Mediador, donde unos cuantos tenían una fiesta continua descomunal, aunque el ruido nunca llegó al país de las maravillas, donde Alicia lleva cuatro años aislada de la realidad.
Ni ella ni el vicenconsejero, Álvaro de la Bárcena, se enteraban absolutamente de nada, al parecer. Es lo que tiene la necesidad de supervivencia cuando todos los implicados en el sector te señalan. Hay quien dice que ha sido la peor consejera de Agricultura, Ganadería y Pesca con diferencia. Otros dicen que su incompetencia es por todos conocida, pero por algún capricho del destino aguanta.
Lo que sí es cierto es que la pueril historia que todos estamos conociendo estos días tienen su origen en su área, no en ningún planeta lejano. Pero Alicia sigue ahí, asombrada, dolida, impactada...
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