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El diagnóstico de cáncer a Carlos III ha transformado radicalmente a la monarquía británica dieciocho meses después del fallecimiento de Isabel II. El monarca y la reina consorte, Camila, inician una vida nueva o, al menos, diferente a la de su incipiente reinado. El soberano, por orden médica, ha decidido apartarse de las audiencias y los actos que suponen una exposición pública, pero aspira a mantener inalterable su trabajo de despacho. «No tengo ninguna duda de que estará de vuelta a pleno rendimiento enseguida», ha dicho el primer ministro, Rishi Sunak, quien, como todos en el entorno de Buckingham Palace, confían en el tratamiento «pionero» que se le aplicará al rey y en sus hábitos saludables, con una dieta y una rutina de actividad física que prevé continuar en esta etapa.
Mientras, Camila se estrenó ya este jueves pasado en su primer acto institucional en solitario acudiendo a un concierto benéfico en Salisbury. El príncipe Guillermo deberá hacer frente, como heredero, a múltiples obligaciones de la Corona, aunque la reina consorte ejercerá como representante institucional tras haber asumido numerosos compromisos de la agenda de Carlos III. La pareja real ha decidido trasladarse a una residencia campestre para que el monarca se encuentre en un ambiente más íntimo y relajado. Allí, Camila y Carlos han fundado su Reino Unido.
Carlos III, el soberano disciplinado Mantiene sus hábitos saludables y quiere conservar inalterable su labor de despacho, aunque han dejado los actos públicos
Hay certeza en el entorno de Carlos III de que afrontará el cáncer con disciplina absoluta. La Casa Real británica no ha especificado qué tipo de tumor padece y solo ha adelantado que se someterá a un «tratamiento pionero» menos invasivo en el que ha depositado su total confianza. En medios cercanos al Palacio de Buckingham no se duda de que la lucha se verá beneficiada también por unas rutinas saludables que el monarca practica desde hace décadas y por la receta médica, que ya se ha autoaplicado, de rebajar su «implacable» agenda. Camila lo dijo en su día: es un «adicto al trabajo». Ahora le corresponden menos obligaciones, más horas de sueño y una retirada de los actos públicos para no verse expuesto a infecciones comunes que en su situación pueden derivar en mayores complicaciones.
El soberano pretende mantener inalterable la labor de despacho. Quiere seguir atendiendo el maletín rojo que se le hace llegar a diario con los documentos gubernamentales, pero los facultativos le han prohibido sentarse por la noche a responder su correspondencia hasta altas horas de la madrugada. A Buckingham llegan miles de misivas de británicos y de personas particulares de otras partes del mundo y la tradición manda que el palacio responda a todas las posibles.
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Íñigo Gurruchaga
Iñigo Gurruchaga
Isabel II era una activa lectora y escritora de cartas. Su hijo se ha carteado igualmente con ciudadanos particulares, agricultores, funcionarios, miembros del Parlamento, ministros e incluso directivos de la BBC con quienes intercambiaba animadas opiniones sobre la programación. A eso se añade la tradición instaurada por su madre de enviar una felicitación manuscrita -en su caso, una foto con Camila acompañada de un mensaje personal- a cada británico cuando cumple cien años. La Casa Real lanzó a principios de 2003 una oferta de empleo para contratar a un escritor de «precisión impecable» que asumiera parte del trabajo.
Sir Clive Alderton y Jonathan Thompson sobresalen en el estrecho círculo de asistentes de Carlos III, que durante su enfermedad adquirirán un relieve especial. El primero es su secretario privado, «la única pieza del engranaje que no puede fallar porque, si no funciona correctamente, se desarregla toda la maquinaria de la monarquía», afirma el profesor Robert Hazell, experto en las reglas de la institución en las democracias modernas.
Al segundo se le conoce también como Major Thompson o 'Mayor Eye Candy' (caramelo para la vista) en su versión viral, gracias a un físico que culmina con el kilt de comandante del Regimiento Real de Escocia. Licenciado en Economía y Política, el caballerizo o escudero del rey -cargo de enorme prestigio que aúna las funciones de asistente privado y escolta- ha sido ascendido a mano derecha del soberano, lo que le sitúa entre las diez personas más influyentes del Reino Unido. Su puesto de escudero lo ocupa por primera vez por una mujer, la capitana de artillería Kat Anderson.
Carlos III ha comenzado a madrugar menos. La primera reunión del día con sir Clive Alderton se ha retrasado a las nueve de la mañana, media hora más tarde de lo habitual. Tampoco tendrá audiencias, salvo la reunión semanal con el primer ministro, Rishi Sunak, susceptible de sustituirse por una videoconferencia. «Puede que esté un poco impaciente porque a él le gusta hacer todas las cosas y trabajar durante el día y gran parte de la noche», ha comentado en Times Radio Charles Anson, quien fue secretario de prensa de Isabel II.
El recorte de su agenda le dará más tiempo para cuidarse. «Siempre está caminando y el ritmo al que se mueve hace muy difícil seguirle», señala Julian Payne, exsecretario de comunicación de los 'royals'. «Es muy consciente de lo importante que resulta para su bienestar general». Además, Carlos III desarrolla una tabla cotidiana de cinco ejercicios básicos, diseñada en 1956 para la Fuerza Aérea de Canadá, cuyos miembros no disponían habitualmente de pesas, bancos o un gimnasio cerca. El príncipe Felipe, quien murió a los 99 años, siguió de manera estricta esta técnica denominada 5XB, que dura once minutos de trabajo intenso e incluye un mix de fuerza y flexibilidad, con estiramientos, aeróbicos y una breve carrera.
El monarca deberá variar ligeramente sus costumbres alimentarias. Amante de la alimentación orgánica, su disciplina cuasivegana contempla dos comidas al día: la cena y un desayuno que suele consistir en ensalada de frutas, semillas y té. Sin embargo, los médicos le han ordenado que incorpore el almuerzo a mediodía y que adelante la hora de la cena. «La dieta que mantiene desde hace muchos años juega a favor de su salud», dicen en su entorno. «Creo que lo superará -alienta Hanson-. Tiene muchos de los ingredientes para estar sano».
Camila, la imagen de la corona Asume el peso representativo de la monarquía en un gesto que desafía a quienes todavía la reprueban en el país
Las primeras señales públicas son alentadoras. Desde que esta semana se anunciara que Carlos III padece cáncer, la sociedad y la clase política británicas han colocado a su mujer, Camila, bajo la lente del microscopio. Y las primeras opiniones que se leen en los medios, las sensaciones originales, apuntan a que está asumiendo el peso de la corona en tiempos de incertidumbre con todo el respeto y la dignidad de una reina consorte. El jueves asistió a su primer acto posterior al desafortunado anuncio, un concierto benéfico en la catedral de Salisbury, y allí explicó que el monarca «está muy bien dadas las circunstancias» y se siente «muy emocionado» por los mensajes de apoyo.
Las circunstancias abocan a Camila a salir totalmente de la semiclandestinidad; esa posición que todavía le permitía fumar sin recato, disfrutar de largas horas de lectura o vestir con ropa informal en las visitas a su casa particular del condado rural de Wiltshire al modo de algunas de sus vecinas en Laycock. Allí se mudó tras divorciarse del coronel Parker-Bowles. Se trata de una pequeña villa campestre, cuya autenticidad británica ha servido de escenario a películas como 'Orgullo y prejuicio' y la saga de Harry Potter.
La pareja real ha trasladado su residencia habitual de Clarence House a la campestre de Sandringham, más reservada, tranquila y rodeada de los campos que «les dan fuerza y respiro». Carlos III seguirá al frente de las máximas funciones de la monarquía, las encomiendas constitucionales y los consejos de gobierno de la Commonwealth. Entre otras figuraría la firma de la disolución del Parlamento y el nombramiento del primer ministro en el caso de las próximas elecciones generales en el Reino Unido, a celebrar previsiblemente este mismo año.
Respecto al resto de actos reales e institucionales, muchos los presidirá el heredero, el príncipe Guillermo, aunque Camila ha asumido un amplio número de compromisos públicos de la agenda del soberano. Terreno conocido. Con su marido ha asistido ya a numerosos actos. Y ha dejado atrás los nervios ante un discurso. La princesa Ana o los duques de Edimburgo verán asimismo aumentadas sus obligaciones.
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El de la reina consorte es, en realidad, un rol doble. Debe ejercer como cabeza visible de la corona y evitar una imagen de vacío institucional -la representación es muy importante en la monarquía británica- y al tiempo ha asumido plenamente el apoyo y asistencia a su marido en esta delicada etapa. «Su presencia lo tranquiliza», ha escrito el autor Christopher Wilson, autor del libro 'A Greater Love: Charles & Camila'.
Por lo tanto, cabe aseverar en estos momentos que la mujer denostada a finales de la década de 1990 por los británicos y el propio palacio como la encarnación de todos los males por su relación con Carlos de Inglaterra se ha convertido en el centro de gravedad del reinado, el primero posterior a Isabel II. El desafío es múltiple por la responsabilidad que esto supone y porque ella sabe que muchos no le perdonarán un mínimo error.
Una encuesta fechada el pasado septiembre indica que el pueblo la quiere tanto como la rechaza, con un índice de aceptación del 47% frente a un porcentaje similar de reprobación. Su marido cuenta con un 60% de apoyo, mientras que los mejor valorados son Guillermo, con el 74%, la princesa Ana (73%) y Kate Middleton (72%). En cualquier caso, los sondeos tienen un eco positivo para la reina: en 2022 su popularidad apenas alcanzaba el 23%.
Todavía muchos ciudadanos no le perdonan su 'traición' con Carlos, a los monárquicos más rancios les sigue volteando el corazón el hecho de tener una reina divorciada y los fanáticos de Diana de Gales se cuentan por miles, 26 años después de su muerte. Durante la pasada coronación, los más acérrimos se manifestaron junto a los antimonárquicos en las aceras de Londres y hasta la serie 'The Crown' logró que miles de personas -muchas de ellas que no habían nacido o eran niños de corta edad entonces- enviasen notas de queja al Instagram de Buckingham Palace.
La exigente misión que tiene por delante puede modificar sustancialmente la imagen que se tiene de Camila. En su entorno se la considera una mujer empoderada desde antiguo, «valiente», y con un largo historial de lucha contra la violencia de género. En 2020 reunió en palacio a reinas y princesas de todo el planeta con 300 supervivientes de malos tratos.
En caso de agravamiento del monarca, en ella y Guillermo recaerán dos de los cargos de consejeros de Estado. Nadie augura un desenlace fatal, pero si así fuera, el reinado lo heredará el príncipe, que podría adoptar el nombre de Guillermo V. Camila probablemente sería nombrada Queen Dowager o reina viuda, una alta distinción que no ha sido usada desde 1830. Entonces la llevó Adelaida de Sajonia, esposa de Guillermo IV, cuyos restos descansan en el castillo de Windsor.
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