Pete Hegseth, responsable político del Pentágono. AFP

Trump recupera la figura del censor

El Pentágono retirará las credenciales a los periodistas que recopilen o publiquen informaciones sin que antes las haya revisado y autorizado el Departamento de Defensa

Miguel Pérez

Sábado, 20 de septiembre 2025, 14:01

La cancelación del programa de Jimmy Kimmel fue el primer paso. Ahora es el Departamento de Defensa –o de Guerra, como lo ha rebautizado la ... Casa Blanca– el que ha advertido a los medios de comunicación que no deben recopilar ni divulgar información sobre esta materia si antes no ha sido revisada y autorizada por el Pentágono. En caso contrario, retirará a los periodistas las credenciales para cubrir la actualidad militar o entrar siquiera en su sala de prensa.

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La asociación de corresponsales en el Pentágono ha denunciado ya que la nueva directriz «viola la Primera Enmienda» de la Constitución estadounidense que protege la libertad de expresión y persigue que los periodistas renuncien a investigar al Gobierno . Reporteros Sin Fronteras (RSF), por su parte, ha dado este sábado la voz de alarma sobre el deterioro de la libertad de prensa observado en Estados Unidos desde que el republicano ganara las elecciones y que seha visto acentuado trasel asesinato del influencer ultraconservador Charlie Kirk hace una semana en la Universidad de Utah. «Se han tomado medidas para restringir la libertad de prensa desde que Donald Trump asumió el cargo en enero, pero desde el asesinato de Charlie Kirk, hemos asistido a una auténtica escalada», ha señalado a la AFP Anja Osterhaus, directora general de la organizacion en Alemania.

Reporteros Sin Fronteras vislumbra un futuro inquietante para la profesión y muestra su temor a que la continua presión institucional genere un sentimiento en contra de los medios de comunicación y sus empleados en particular. «Si esto recibe apoyo al más alto nivel, como ha ocurrido desde el primer mandato de Trump, con el tiempo se volverá peligroso para la seguridad de los periodistas en el país», alerta Osterhaus, quien agrega que EE UU ha caído en este momento al puesto 57 de los países que disfrutan de libertad de prensa. Noruega, Dinamarca, Suecia y Estonia encabezaron este índice en 2024, por encima de otras 181 naciones censadas. En las últimas posiciones figuran China, Rusia y Corea del Norte.

Manifestación contra el presidente Trump y la suspensión del show de Jimmy Kimmel. AFP

La suspensión del show de Jimmy Kimmel sigue desatando importantes críticas en el mundo del entretenimiento y la información. Era cuestión de tiempo que algo así se produjera. Hace meses, Trump ya intentó retirar la ciudadania estadounidense a la comediante Rosie O'Donnell etiquetándola de «amenaza para la humanidad». Pero detrás de acctiones y despidos tan sonados, el ecosistema de la comunicación se está encontrando con un horizonte absolutamente desconocido de decisiones que ponen vallas en la otrora tierra de las libertades.

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Visas más cortas

Las demandas del presidente contra los medios que considera adversos –la última, de casi 15,000 millones contra 'The New York Times', ha sido rechazada por un tribunal– so una de ellas. RSF llama la atención sobre las acciones judiciales de Trump y considera que no llegan a la categoría de «censura», pero sí pueden limitar a los medios regionales o locales, incapaces de afrontar demandas tan cuantiosas sin hundirse.

A ello se suman otras disposiciones del líder republicano, quizás extravagantes a ojos progresistas, pero que ha demostrado que pueden terminar plasmadas en un decreto. Trump ha puesto en manos de sus asesores la posibilidad de suspender la licencia a aquellas emisoras que «me critican» o «hacen mala publicidad» de su gabinete y sopesa limitar a ocho meses la duración de las visas para los periodistas extranjeros. La propia disposición de la sala de prensa de la Casa Blanca prepondera la presencia de plumillas e influencers ultraconservadores, se han quejado corresponsales históricos de la información en Washington.

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Los periodistas alzan la mano para preguntar a Karoline Leavitt, la portavoz gubernamental, en la sala de prensa de la Casa Blanca. AFP

RSF y un buen grupo de columnistas teme el mensaje. Miembros del gabinete, comenzando por su jefe, aluden a la suspensión de permisos con el argumento de que los medios los dirige oscuramente el Partido Demócrata o pueden prender cierta mecha subersiva. En el caso de la 'revisión' de noticias que impone a partir de ahora el Pentágono, el secretario de la Guerra, Pete Hegseth, lanzó el viernes en X: «La 'prensa' no dirige el Pentágono; lo hace la gente». Es fácil pensar aparentemente en cómo se intentan asimilar las medidas a moldes populistas o, simplemente, polarizantes.

El departamento no ha precisado cuándo entrarán en vigor las restricciones, pero el anuncio ya está en las redacciones desde el viernes. Exige a los periodistas que cubren Defensa que se comprometan a no hacer acopio ni divulgar ninguna información que no haya sido previamente autorizada por las autoridades. La instrucción señala textualmente que el departamento «mantiene su compromiso con la transparencia para promover la rendición de cuentas y la confianza pública». Y, en ese sentido, añade que «la información debe ser aprobada para su divulgación pública por un funcionario autorizador competente antes de su publicación, incluso si no está clasificada».

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Unos 90 reporteros se encargan habitualmente de la información del Pentágono,según 'TheNew York Times'. A partir de ahora, Hegseth ha señalado que ninguno de ellos podrá circular por el edificio sin una escolta oficial. «Son directrices básicas y de sentido común para proteger información confidencial», ha sentenciado el portavoz del Pentágono, Sean Parnell, quien ha añadido que las instrucciones se han trasmitido también a todas las bases militares en EE UU.

Las diferencias con la prensa no conservadora parecen haberse convertido en una seña de identidad de la nueva Administración, pero son especialmente notables en el caso de Trump y Hegseth. Éste ha denunciado frecuentemente que las filtraciones dinamitan la agenda del presidente. Poco después de llegar al puesto, encargó a una empresa que se convirtiera en proveedor de noticias evidentemente favorables a Defensa. Dejó prácticamente inactiva la sala de prensa. Y su equipo incluso sopesó utilizar un polígrafo cada vez que hubiera una filtración para encontrar a sus responsables.

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El director de la Fundación sobre Libertad de Prensa para asuntos militares se ha pronunciado asegurando que la nueva directiz prohíbe al Gobierno forzar a los periodistas a dejar de investigarlo y que la decisión de Defensa «funciona como una restricción previa a la publicación, lo cual se considera la más grave de las violaciones de la Primera Enmienda».

La orden actual especifica que la supervisión pretende salvaguardar «información clasificada» e «información no clasificada controlada»,; es decir, un cajón de sastre que puede incluirlo todo., lo que ha sido interpretado por el Club Nacional de Prensa como «un ataque directo al periodismo independiente. Si las noticias sobre nuestras fuerzas armadas deben ser aprobadas primero por el Gobierno, entonces el público ya no recibe información independiente. Solo recibe lo que los funcionarios quieren que vean. Esto debería alarmar a todos los estadounidenses».

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