Kome Kome, el Sushi Bar más cosmopolita de la capital grancanaria

De primeras uno nunca se espera la alegría y el calor cubano cuando traspasa las puertas de un restaurante asiático. Estamos más acostumbrados a la solemnidad que suele imperar tras las barras de sushi, pero, en Kome Kome, se respira otra energía y otra alegría que sin duda suma puntos, antes de tomar asiento y probar sus propuestas.

El local está cargado de buenas intenciones y de un concepto más inusual, en medio de lo que sería una galería de paso se suceden las mesas, pero nada es fruto de la casualidad porque han sabido ir sumando detalles y si no fuera porque todos hablan castellano se podría llegar a pensar que se trata de un local genuino en el mismo centro de Tokio.

Marcel no tardará más de un minuto en acercarse a la mesa y con poético acento cubano le cantará las elaboraciones fuera de carta. Una carta, por cierto, que viene a contar las especialidades del chef, Yumier, y que también nos cuenta de su empeño en ser cocinero y de su obsesión por especializarse en la cocina nipona.

Con catorce años, Yumier ya tenía el pasaporte listo salir de su Cuba natal y en el equipaje las ganas de salirse con la suya: ser cocinero y con 21 años pisar la isla redonda por primera vez.

Llegó a Gran Canaria, a donde siente que pertenece y donde ha enterrando aún más profundo las raíces que ya le venían de su abuelo canario.

Cocina canaria tradicional fueron los comienzos de un aprendizaje constante y la cocina italiana, el siguiente escalón.

Para Yumier es muy sencillo darnos respuesta, querer aprender y poner todas las ganas del mundo hasta conseguirlo. Por algo a los que otros llaman destino, Yumier acabó trabajando en el ya desparecido restaurante asiático Benkei, en la capital grancanaria y su empeño por descubrir todos los secretos que entraña el pescado, le llevó a ser discípulo directo de quien, hoy en día, él sigue considerando su maestro.

Muchas horas, muchos cortes hasta dar con el nivel que hay que dar tras una barra de sushi. Cuatro años, con todos sus días, necesitó Yumier hasta obtener las «bendiciones» de quien apostó por él. Además, con orgullo nos cuenta que de media general estos conocimientos y prácticas se obtienen tras seis años. Benkei cerró sus puertas y tras ellas a Yumier, le quedaba abrir otras nuevas.

Canta la fecha con la misma ilusión que hace nueve años cuando se abrieron por primera vez las puertas de Kome Kome para ofrecer al público canario sushi de corte impecable, en combinaciones clásicas, pero también en elaboraciones nuevas,frescas y singulares que ayudan a conocer el carácter, dispuesto y optimista de su chef.

Elaboraciones que se ejecutan en el momento que las pide el comensal, con el pescado como estrella indiscutible, en equilibrio con los ingredientes que considere la creatividad de Yumier.

Sin perder la sonrisa, Yumier hace balance. Los primeros años fueron duros, él era el «el chico para todo» y, de aquellos días recuerda la paciencia infinita que le profesaron los clientes.

Empezó a coger ritmo y llegó la pandemia y en un local como él suyo poco se podía ofrecer así que cinco largos meses le sirvieron para «divertirse» confeccionando nuevas elaboraciones con las que sorprender a la vuelta, seguir practicando y seguir aprendiendo porque, si algo le caracteriza es la perseverancia y reconoce que jamás pierde la esperanza.

Atrás quedaron aquellos tiempos de locura y, en medio de todo y gracias a la respuesta de su clientela, hoy Yumier comparte espacio, emociones y creaciones con Marcel, a quien conoció a través de un intimo amigo suyo que llegó a Kome Kome para multiplicar las sonrisas que se exhiben tras su barra.

Básicamente toda su carta está muy centrada en elaboraciones irresistibles y frescas: sus tártar, su ceviche o cualquiera de sus ensaladas, dan paso a variedad de sushi y sashimi en clave clásica para seguir con los imprescindibles makis de la casa, donde podrá probar a qué sabe la imaginación del chef. Pero si existe un bocado altamente imprescindible, esas son sus gyozas, consideradas por quienes las prueban, de las mejores que se pueden disfrutar en Gran Canaria.

De propina, una charla con ellos siempre resulta la mejor sobremesa, sobre todo cuando cuentan que, todo esto no ha hecho más que empezar y que incluso en vacaciones, Yumier pone rumbo a Japón para reencontrarse con su maestro y seguir aprendiendo.

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