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Alba y Rafa se conocieron desde que iban juntos al colegio y terminaron siendo pareja. Las carreras universitarias levantaron paso fronterizo, ella a una ciudad, él a otra. Pero tan pronto como se graduaron, Rafa sabía, sin equívocos, que tenía que buscar, encontrar y pasar el resto de su vida con Alba.
Así fue, porque comprobarán a lo largo de este relato que, la perseverancia de ambos probablemente sea uno de los secretos de su éxito.
En paralelo, Alba fue criada en la cultura nipona. Su padre yudoca olímpico de la Selección Española, le había enseñado todos los secretos y el país tan pronto como Alba terminó sus estudios. «Recuerdo recorrerme Japón con mi padre cuando por aquel entonces, apenas el turismo se acercaba a ese país». Y aquel viaje y todas aquellas enseñanzas marcaron en Alba un por y para siempre.
No dudó entonces, cuando terminó su período de prácticas en el mundo de la banca, en convencer a Rafa para montar juntos aquel primer Amaki, que todos recordamos, con el sushi en cajitas listas para llevar. En un local y una cocina que apenas llenaban 6 metros cuadrados.
«En Madrid ya comenzaba a pegar muy fuerte la idea del sushi en box y me parecía estupendo eso de no tener que estar acompañada o sentarme en un restaurante para comer sushi» nos cuenta Alba «y, me obsesioné con el hecho de que el público canario encontrara la misma oferta en nuestra ciudad».
«Nos tiramos a una piscina con muy poquita agua» nos adelanta Rafa y «lo que comenzó siendo una idea absolutamente transgresora, hoy ya la encuentras hasta en los supermercados».
Que desde muy pequeña, Alba comiera a menudo en el mítico y auténtico restaurante japonés Fuji, era una constante en su vida. Además, el señor Sato compartía una gran amistad con el padre de Alba y no dudó en guiarles en la formación y el apoyo que esta deliciosa pareja precisaba, para cumplir su sueño. «El apoyo familiar y el de las personas que nos rodean, siempre ha sido fundamental para Amaki» A lo que nosotros añadimos, y el trabajo, el creer en uno mismo, el marcarse un objetivo hasta que se consigue, porque ni tan siquiera la pandemia hizo mella en Rafa y Alba.
Se dedicaron a crear e innovar, con el apoyo, una vez más de los mejores en su campo y de aquellas pruebas el despliegue de platos, a cuál más irresistible, que hoy, se disfrutan en el encantador local de la calle Viera y Clavijo, 8 en Las Palmas de Gran Canaria.
Es más que evidente que la cocina de Amaki es digna de flechazo platónico para los sentidos. Y tanto es así, que, para nosotros, forma parte también de nuestra lista de restaurantes japoneses irresistibles. Porque, cuando algo gusta tanto y es tan aplaudido, el contenido siempre es fruto de un mimo absoluto.
En Amaki todo se cuida, la materia prima siempre es la más adecuada a la elaboración de la que se trate, «nuestros atunes, por ejemplo, solo pueden ser Balfegó» apuntilla Rafa como sinónimo de todo el cuidado y la selección exhaustiva que deben aprobar, todos los productos empleados en Amaki.
A partir de ahí, un derroche de creatividad y depuradas y precisas técnicas en la elaboración dan como resultado elaboraciones pluscuamperfectas e irresistibles. Sus gyozas, tanto a la plancha como al vapor, deberían ser dignas de premio.
Si preguntamos a Alba, dentro de la carta actual, por su plato favorito, no titubea, Usuzukuri de salmón, con salsa tamarindo y lima, aguacate, togarashi, cilantro y kikos. Rafa no podría decidirse solo por uno, le gustan todos y todos podrían ser sus favoritos. Pero hacemos que se decida y nos cuenta que el Uramaki Tamagotchi de langostino crujiente y aguacate con envoltura de cebollino y mayonesa de huevo frito picante. Un bocado que trastornaría a cualquiera y que, para nosotros, ha pasado a ser indispensable.
Pero hay mucho más, hay una larga selección de sashimi, de usuzukuris, nigiri, oshi, hosomakis, futomakis y uramakis que convierten en realidad todos los sueños de los amantes de la mejor comida nipona.
Antes de enfrentarse a la carta del Amaki, uno debe prometerse un ejercicio de autocontención. Otra posible solución es la de acudir a menudo, cosa que, adelantamos sucede con bastante frecuencia.
Amaki siempre está lleno, a excepción de los domingos, cuando Rafa y Alba cierran la puerta para dedicarse a sus dos hijos, aunque reconocen que el primogénito fue Amaki. Mimarlo y conducirlo, hasta el gran restaurante japonés que es hoy en día reconocen que fue tan intenso como criar y educar a un hijo, pero apostillan ambos, «también fue muy bonito».
Descubrir a esta pareja y todo lo que han sido capaces de crear, es una sensación parecida a la que despiertan sus espectaculares elaboraciones principales de la carta. Sepan que aquí encontrarán el auténtico Katsu Sando que, para quien no lo conozca, se trata del famoso sándwich japonés en pan brioche, de secreto de cerdo, mozzarella fresca y alio oli de mayo de mostaza karashi.
Y que nadie deje atrás su famoso Tori Kaarage, pollo de corral frito a la japonesa acompañado de ali oli de ajo asado. Sabemos que tiene club de fans a punto de registrarse porque, si hay un dato característico de Amaki es que encanta, enamora y encandila a todas las generaciones. «Aquí es común encontrarte una mesa de adolescentes, pegada a la mesa de al lado una celebración de jubilación y al otro lado, un almuerzo entre ejecutivos».
Alba y Rafa lo tienen claro, más tiempo para viajar y, sobre todo para probar. Ahora mismo se complica ese tiempo por las cortas edades de sus hijos, aunque agradecen y subrayan cada poco, la ayuda generosa y desinteresada de los maravillosos abuelos.
Rafa piensa en proyectos diferentes, Alba prefiere seguir asentándose en Amaki, en idear, pensar y probar nuevos platos con los que seguir clavando flechas en el público que les visita y en el que, desde la web propia del Amaki, solictan su espectacular sushi para que se lo lleven a asa. Porque aquí, una vez más, esta pareja demuestra el cariño que ponen en todo lo que hacen. Desde Amaki, directamente se envía el pedido. Sin intermediarios. «Controlamos todo el proceso, porque eso nos reporta la tranquilidad de saber que a al cliente del Amaki le va a llegar su pedido a casa, como si lo estuviera disfrutando en nuestro local»
Como punto y aparte a este relato queda, por nuestra parte, agradecer una y mil veces aquella idea transgresora del sushi en cajitas, porque, sin quererlo, popularizaron y dejaron, al alcance de todos que, en nuestra ciudad, se incrementara el consumo de esta sana y deliciosa comida. Y como prueba de aquellos orígenes, en la misma puerta, seguirá encontrando las maravillosas cajitas del Amaki.
De paso, pedirles que no cesen de crear elaboraciones singulares y sigan apostando, con el mismo amor, por esa comida japonesa y de fusión cargada de detalles, como el tiradito de vieiras, donde explotan cientos de matices diferentes en un delicado bocado de textura perfecta.
Y todo ello, con elegantes y estéticas presentaciones, donde los detalles pasan a ser protagonistas absolutos, en un local encantador donde todo el que acude, se siente a gusto, bajo la atenta mirada y atención de un personal, dispuesto y comprometido con todo lo que Alba y Rafa crearon y siguen creando, para deleite del comensal. Y que no termine el affeire sin probar su créme brulée de miso.
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Borja Crespo, Leticia Aróstegui y Sara I. Belled
José A. González
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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