Pechuga de pavo Orloff
Las recetas que te cuento ·
Una receta de lo más sencilla y con un resultado de lo más sabroso y jugosoRecuerdo que en casa, la comida de caldero, de guisos, de horas y de mimo era territorio infranqueable de mi abuela Consuelo. Todas las preparaba con la precisión de un relojero suizo y jamás recuerdo que algo se le pegara, se le quemara o se le cortara. Ni tan siquiera un día algo le quedó medianamente insípido o salado. Era la perfección por definición.
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Eso sí, cuando empezaban los calores, mis hermanas y yo, ya de vacaciones comíamos a diario en casa así que le pedíamos cositas más frescas y, aunque todo lo que hacía le salía a pedir de boca, las comidas más secas, como ella llamaba a todo aquello que no tuviera guiso de fondo, suponía cruzar la frontera hacia el territorio enemigo, que no era otro que el de mi madre, porque, por mucho que se quisieran y que nunca se separaran, desde que mi madre nació, en materia gastronómica la rivalidad entre ellas era de lo más oscura.
Se disputaban autorías de los platos y grados de satisfacción de los comensales, mi padre y nosotras tres, prácticamente a diario y sin piedad de ningún tipo hacia la contrincante.
Pero, tras muchos años de vernos obligadas ser soldados en ambos bandos, con la única de finalidad de disfrutar de sendos mundos, he de confirmar que, cada una era la mejor en lo suyo.
Así que hoy les dejo ese ejemplo de comida seca, o, mejor dicho, una de esas recetas que mi madre hacía en un santiamén, recién llegada de la ofi, probablemente muy cansada y exhausta, para el delite de sus retoñas que, también muy probablemente, nos habíamos pasado la mañana viendo a la Bruja Avería y los Monster, mientras el libro de vacaciones Santillana acumulaba polvo en los escritorios.
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Tiempo de preparación
15 minutos
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Tiempo de cocción
30 minutos
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Tiempo total
45 minutos
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Comensales
6
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Calorías
No muchas
Categorías
Recetas de verano
Ingredientes
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2 pechugas de pavo enteras
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120 g de bacon
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180 g de queso para fundir
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50 g de salsa de mostaza
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Sal gruesa
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Pimienta negra
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1 cucharada de aceite de oliva
Paso 1
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Comenzaremos disponiendo las pechugas sobre una tabla y salpimentaremos al gusto.
Paso 2
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Con un cuchillo bien afilado, iremos haciendo cortes a lo ancho de cada pechuga y, sobre todo, procurando no cortarlas del todo en ningún momento. La idea es ir abriendo espacio en ambas pechugas para rellenarlas con el bacon y el queso.
Paso 3
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En cada ranura iremos colocando un trozo de bacon, como un cuarto de loncha aproximadamente.
Paso 4
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Lo mismo haremos con el queso, solo que pondremos un cuarto de loncha a cada lado del bacon.
Paso 5
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Con ayuda de un cordel de cocina, ataremos las pechugas. La idea es que el relleno no se nos desparrame demasiado al hornearlas.
Paso 6
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Colocaremos las pechugas sobre un papel vegetal para horno al que, previamente, le untaremos por la zona donde vayamos a colocar las pechugas, con aceite de oliva. Las pechugas también las untaremos con la mostaza por toda la superficie.
Paso 7
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Empaquetaremos las pechugas, por separado, dentro del papel vegetal y procurando que queden bien cerradas, con los pliegues del papel hacia abajo. Así evitaremos que, al fundirse, el queso se pierda. La idea que es quede una especie de costra recubriendo las pechugas.
Paso 8
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Introduciremos en el horno, previamente caliente, a 190º calor arriba y abajo durante 30 minutos. Una vez finalizado el tiempo de cocción, sacaremos del horno, retiraremos con cuidado de no quemarnos el papel y cortaremos el cordel. Sobre la marcha llevaremos a la mesa y trincharemos en el momento de servir porque al cortarlas, las pechugas soltarán un jugo delicioso y eso, hay que aprovecharlo.
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