De ruta

Paseo por el casco de Agüimes: El Guachinche y una sorprendente tasca

Lugar idóneo para pasear y descubrir rincones con mucho encanto, esta villa del sureste grancanario ofrece un escenario natural donde la gastronomía también está presente

José Luis Reina

Agüimes

Lunes, 3 de julio 2023

Las idílicas calles peatonales del casco histórico de Agüimes conforman un núcleo que hace a su vez de museo al aire libre, donde las esculturas, las letras y el rico patrimonio cultural guían al visitante a la par que le muestra de manera orgullosa su pasado glorioso y su ilusionante presente.

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El municipio de Agüimes fue uno de los primeros núcleos poblados a partir de la conquista castellana de la isla en 1491. Creada como población de señorío episcopal por orden de los Reyes Católicos, ahora luce con entusiasmo la pulcritud del casco, el encanto de su costa o los imponentes paisajes de la zona alta del municipio, con el caserío de Temisas como gran ejemplo.

Centrándonos en el colorido casco, desde el Centro de Interpretación, donde conocer la evolución urbana desde la prehistoria hasta nuestros días a través de las técnicas y materiales de construcción, los diferentes elementos constructivos y ornamentales, las edificaciones más características y los artesanos que las hicieron posible, hasta la escultura Homenaje a la Música, en la plazoleta dedicada al escritor agüimense Orlando Hernández Martín.

Escultura del camello, con la iglesia al fondo. J.L.R.

Poniendo rumbo a El Guachinche, uno de los locales más transitados del municipio, es obligatoria la parada en la plaza de Nuestra Señora del Rosario, justo frente al templo de San Sebastián, icono del casco y declarado Monumento Histórico Artístico Nacional en 1981. La acogedora plaza, que invita al descanso y al deleite, está rodeada de algunas tascas y bares para un aperitivo antes de comer o un relajado café tras el homenaje. En este entorno, varias esculturas destacables como 'Monumento a la Tertulia', el 'Homenaje al Carnaval Antiguo' y el 'Burro con albarda'.

Calles del casco. J.L.R.

De camino a la calle Dr. Joaquín Artiles, dejamos atrás la preciosa Casa de los Camellos, reconvertida en un hotel rural con mucho encanto. Edificada a mediados del siglo XVIII, y bajo la propiedad de la familia Westerling, recibe este nombre ya que una de sus estancias era una cuadra de estos animales. Allí, en el callejón de La Vegueta, es icónica la escultura del camello. No muy lejos, en el callejón del Reloj, la hermosa escultura 'Homenaje a los enamorados', escenificada en una pareja abrazada sentada en un banco.

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Tras este pequeño paseo, ahora sí, llegada a El Guachinche, restaurante popular ubicado en una bonita casa de estilo canario, con gran terraza en la parte delantera y comedor de corte rural en su interior. Suele estar lleno, y más los fines de semana, por lo que reservar es la mejor opción. De generosa carta, aquí hay algunos platos que debemos pedir casi de manera obligatoria. La ropa vieja de cochino negro, magnífica. Los caracoles, estrellas de la casa; el queso asado con mojo o el almogrote con batata, fundamental.

Ropa vieja de cochino negro. J.L.R.

Ahora bien, en el apartado de carnes hay dos opciones que suelen estar presentes en todas las mesas: el enorme bichillo de cerdo con papas negras, ideal para compartir, o el cochino con fresas, sorprendente combinación que merece la pena probar. En la parte dulce, los postres caseros rematan una buena comida, en un local, además, perfecto para ir con niños, por su amplitud y porque se encuentra frente a un gran parque infantil.

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Cochino con fresas. J.L.R.

Otra interesante opción gastronómica en el casco de Agüimes es el restaurante Atis Tirma, en la calle Tarajal. Un concepto muy fresco y joven, al igual que su equipo, que sube considerablemente el nivel de la oferta en la hermosa villa. Cocina canaria con pequeños guiños modernos, el servicio es tan cercano como amable. Ropa vieja de pulpo, empanadillas de cochino negro, almogrote, gofio escaldado, buena selección de quesos, de carnes, buen trato del pescado. En definitiva, una agradable sorpresa a la que seguirle la pista.

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