Un caballero kaizen
Ferrera tiró de elegancia ante debates espinosos como el del modelo canario en Europa
Cuando llegó hace dos semanas la noticia de la muerte del empresario Félix Santiago, vinieron a la memoria los nombres y apellidos de decenas de otros emprendedores que, muchas veces sin pretenderlo, contribuyeron a articular Canarias e hicieron posible que la transición política se hiciera realidad en el contexto empresarial.
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Entre quienes contribuyeron decisivamente a esa tarea estuvo Ángel Ferrera, fallecido este lunes, pero su contribución sí fue intencionada: Ferrera asumió que había que crear un movimiento empresarial en las islas, que debía estar en sintonía con la patronal nacional -en cuya fundación también participó- y se entregó a ello en cuerpo y alma.
Ferrera no fue el primer presidente de la Confederación Canaria de Empresarios por casualidad. Como tampoco lo fue de la Federación Empresarial Canaria, aquel primer puente económico entre provincias. Estuvo ahí por convicción y ahí se ganó el respeto de todos, sabiendo encontrar tiempo para combinar los éxitos en su labor empresarial con los institucionales.
Desde esa atalaya, le tocó jugar un papel relevante en la definición del modelo canario en Europa. Solo ese asunto da para una tesis doctoral, con idas y venidas no exentas de polémica. Para el anecdotario queda aquel lema maniqueo que resumía el debate con esta frase: «O tomates o Toyotas». Y en medio de aquella guerra, Ferrera tiró siempre de su manual: talante negociador y elegancia.
En su legado hay que incluir la preocupación, casi una obsesión, por mejorar la formación de los canarios. Por eso estuvo empujando para que la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria saliese adelante y se consolidase, como también dejó su huella en la Fundación Bravo Murillo y la Universidad del Atlántico Medio.
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Quería, además, una Canarias que mirase al futuro, que encontrase respuestas propias a desafíos globales. De eso iba el Centro Atlántico de Pensamiento Estratégico que puso en marcha y en el que se rodeó de los mejores en un amplio abanico de disciplinas.
Hace unos años, cuando cerró la etapa en Toyota Canarias, lo hizo con la elegancia de siempre. Un poco antes de eso me había explicado de qué iba la filosofía Kaizen, vocablo japonés resultante de fusionar Kai, que puede traducirse como cambio, y zen, alusivo, más o menos, a mejor. Se trataba de instalar la empresa en una estrategia de mejora continua, con participación de todos, desde el propietario y el primer ejecutivo, hasta el que lleva en coche al propietario y al primer ejecutivo. Espero que ese legado continúe. Canarias, como bien sabía Ferrera, lo necesita.
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