La mascarilla crispa al deporte amateur

¿Mascarilla obligatoria sí o no para el deporte amateur? Con la entrada reciente del nivel 2 de alerta sanitaria en Gran Canaria, la Federación Interinsular de Fútbol de Las Palmas dio visto bueno, el pasado fin de semana, a la reanudación de las competiciones oficiales, una noticia alegre para los cientos de menores que deberán, sin embargo, adaptarse a las restricciones impuestas por el Gobierno de Canarias, que obliga a realizar la práctica deportiva con mascarilla, medida que se viene haciendo desde principio de temporada en Madrid y en Tenerife, desde hace unas semanas, con polémica, donde algunos clubes se han negado a jugar en esas condiciones.

A tal efecto, este periódico ha consultado la opinión del doctor Gerardo Garcés, voz altamente autorizada por su reputada y dilatada labor en medicina deportiva. Profesor de Anatomía entre 1981 y 1989, y de Traumatología del Deporte entre 1990 y 1999, actualmente es Catedrático de Cirugía Ortopédica y Traumatología en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Vinculado a la medicina deportiva desde los inicios de su actividad profesional, ha sido traumatólogo consultor de diversos clubs de la máxima categoría del deporte canario, además de asesor médico de la Federación Canaria de Baloncesto, profesor de la Escuela Nacional de Entrenadores de Fútbol, jefe de los servicios médicos del Universidad de Las Palmas CF, traumatólogo de la Mutualidad General Deportiva en Las Palmas y es, desde 2007, jefe de los servicios médicos de la Unión Deportiva Las Palmas.

«Lógicamente yo puedo dar mi opinión personal sobre este tema, pero al final existe una diversidad tan grande de opiniones especializadas que es lo que lleva a toda esta incertidumbre. En España, por ejemplo, en las 17 comunidades hay 17 opiniones diferentes, algunas pueden coincidir y otras no. ¿Realmente a quién le haces caso? Porque todos los expertos opinan...», estima.

Añade el consagrado traumatólogo que «la realidad te dice una cosa y al final los estudios epidemiológicos te dicen otra. Por ejemplo, ¿es lógico que en un gimnasio se utilice mascarilla? La realidad es que sí, porque los aerosoles que tu desprendes mientras estás respirando son muchos, lógicamente. Pero claro, en un campo de fútbol, es casi imposible que se contagien los unos a los otros porque, sencillamente, están al aire libre. En ese caso es muy difícil, salvo que le respires encima, claro».

«En el caso de los niños», prosigue Garcés, «parece estar cada vez más claro que, en principio, tienen una capacidad de contagio bastante inferior al resto. Pero volvemos otra vez a lo mismo; ves estudios dónde se dicen una cosa y cuatro días después lees otros totalmente diferentes. El gran problemas es la diversidad de opiniones, incluso expertas, que existen alrededor de este caso. Y eso es lo que ha llevado a esta situación de incertidumbre entre la población. ¿Si los propios expertos no se poden de acuerdo, cómo van a ponerse de acuerdo los políticos, por ejemplo, que son los que al final deciden lo que se debe hacer?».

«Bajo mi punto de vista, lo que parece evidente es que no hay contagio, o es mínimo, en menores de 16 años. Esa es la realidad, incluso en las escuelas. Lo lógico es que si estamos hablando de un campo de fútbol, cuya zona es abierta, el contagio va a ser mínimo. Insisto, otra cosa es que estemos hablando de un espacio en un aula pequeña donde no hay ventilación. El panorama es totalmente distinto. En recintos cerrados, donde haya posibilidad de contaminación a través de aerosoles, creo que hay que usar mascarillas. Ahí sí que sería bastante restrictivo», sentencia Gerardo Garcés para exponer una postura personal que la remata con una reflexión/pregunta: «Dado que no existe seguridad, tampoco se puede obligar a jugar a nadie en esas condiciones. ¿Pero y si pasa algo, de quién es la responsabilidad?». El debate y la polémica están servidos.