El Girona y la vuelta a empezar en los sueños de grandeza de esta UD

El partido ante el Girona es el trampolín que necesita la UD para ratificar candidatura y sensaciones. Así se ve en el vestuario lo que espera pasado mañana en el Gran Canaria frente a otro equipo en lucha desesperada por no descolgarse por aspiraciones mayores, también con urgencias históricas, aunque con un presupuesto mayor y que le presiona hasta la asfixia en las exigencias. Apunta a encrucijada sin que el empate saque de pobre a nadie. Pepe Mel considera que, después de la remontada triunfal en Fuenlabrada (1-2), Las Palmas está en condiciones de repetir la secuencia que ya se dio en enero, con hasta tres victorias enlazadas, y que ahora multiplicaría su valor, al haber avanzado en calendario y enfilar, ya, sus curvas decisivas.

Decía Luis Aragonés que lo que importan son las últimas diez jornadas porque «lo demás es humo». En este caso, restan por cubrir trece, tramo suficiente para remontar posiciones, aunque con la complicación añadida de que solo la sexta plaza (ahora a siete puntos) parece alcanzable, despegados los cuatro primeros (el Leganés marca esta frontera a catorce) y con el Sporting, quinto, a doce unidades de diferencia, esto es, un mes de renta, que, a estas alturas, suena a escollo absoluto.

Así pues, el Rayo, sexto y con 46 puntos, es el centro de las miras. Aunque hasta cinco adversarios se interpongan antes de localizar al conjunto vallecano en la tabla (el propio Girona y el Tenerife, rival en la jornada siguiente), en la hoja de ruta trazada para coger el último vagón cuadran las cuentas si se hacen los deberes. Esto es, ponerse a ganar y no bajar el pistón.

Con la mayoría de los jugadores a disposición, la competencia interna en crecida y el aliciente de comenzar a meterle tijera a la desventaja actual, así lo está percibiendo Mel en el ánimo diario de sus muchachos, la mezcla concuerda con lo que se pretende. Un esprint final que dé color a una campaña marcada, hasta ahora, por la irregularidad. Los números así lo evidencian y hasta han sido objeto de autocrística interna por parte de técnicos y jugadores, conscientes de que, en ocasiones, han faltado, además del acierto, predisposición y actitud. El propio entrenador sabe que su deseada renovación depende, en gran medida, de lo que ofrezca el equipo en las próximas semanas y en su ánimo está insistir e incentivar la ambición, con la salvación encarrilada y margen suficiente en obtener nota por encima del objetivo básico.