El cementerio de los méritos

Se está perdiendo en el camino la UD, incapaz de reencontrarse con la victoria pese a ser superior al Eibar en el Gran Canaria. Lo intentó de todas las formas posibles, pero el fútbol poesía cedió a la prosa de la injusticia. Se adelantaron los amarillos con un tanto de Álex Suárez, colosal, y se dejaron empatar en un error defensivo que aprovechó Corpas. Luego, lo de siempre: el cementerio de los méritos y la coherencia. Moleiro se estrelló en el palo y a Viera le negaron el triunfo en boca de gol.

Las Palmas salió a jugar a corazón abierto. Adelantó líneas, aun sabiendo que Stoichkov podía herir de muerte en los espacios, y subió revoluciones desde que arrancó la contienda. Sin Viera, esperando turno en el banquillo, Enzo asumía responsabilidades. Sandro arrojaba luz y Mfulu deleitaba con zancadas por las medianías.

Moleiro buscaba los unos contra uno y, atrás, Coco y Eric echaban el pestillo. No había venido el Eibar a especular ni a meter a todo el equipo bajo su arco, como hizo el Burgos. Y en el intercambio de golpes quería pegar primero la UD. Aunque fue Corpas el que sacó el látigo en el 21 para cazar a Sandro después de gambetear y montar el contragolpe. Amarilla y a seguir.

Quería fiesta Sandro. Y también Pimienta. Cuestionado por la poca pegada de los suyos a balón parado, la premisa parecía clara: los córners iban a ir en largo. Y así llegó el primer gol del encuentro. En el 24 le endosó una rosca endiablada el señor Ramírez para que Álex Suárez, en el segundo palo y agarrado por su defensor, abriera la lata (1-0).

No tardó en responder el Eibar luego de un error amarillo. Eric Curbelo ganaba el duelo a Quique, pero en su afán de jugar la pelota buscó a Valles y el balón se quedó corto. El ariete cedió a Corpas, que bailó, y fusiló para colocar las tablas en el electrónico en el minuto 26 (1-1). El público arropó a Eric con una ovación. Nada que reprochar al canterano, que siempre ha dado la cara.

Al borde del descanso, Álvaro Valles se erigía salvador con una doble parada de ciertos quilates. Erró en el bote Curbelo y el de la Arrinconada se hacía grande para tapar su portería. Tenía que espabilar Las Palmas en la segunda mitad si quería llevarse los tres puntos. Y en el banquillo tampoco había mucho a lo que agarrarse, aunque ahí tenía Pimienta a un tal Jonathan Viera y a Pejiño.

Tras el intermedio, un misil de Coco desde su casa obligó a Luca Zidane a emplearse a fondo para mantener a iguales el marcador. Le pegó con rabia el zaguero, que casi anota un auténtico golazo en el 50. Estaba mejor la UD, que sometía al Eibar. Sandro mordía y los amarillos masticaban su fútbol hacia el gol con dominio absoluto.

Media hora para el mago. Pimienta acudía a Jonathan Viera con el objetivo de volver a la senda de las victorias. El capitán saltaba al terreno de juego en el 61 por Óscar Clemente. Pero pasaba el tiempo entre la intrascendencia, por lo que el técnico apostó por la artillería pesada: Marc Cardona y Pejiño, al verde. Sandro y Jiménez, fuera. Le faltó poco al catalán para batir a Luca Zidane nada más entró, pero el meta tapó bien con el pie el remate del delantero.

En los últimos diez minutos Las Palmas combinó con taconazos, quiebros y mucha clase. Suárez, en una actuación colosal, levantaba al público de sus butacas. Viera y Pejiño agitaban la coctelera. Moleiro mandó al travesaño un remate desde la frontal, a Viera se la sacaron en boca de gol cuando ya lo celebraba y la UD merecía el triunfo, pero se tuvo que conformar con empatar. Porque a veces los méritos son incoherentes.

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