La rectificación de Porfi Fisac con Beirán abre una vía para la normalizar la vida en el Granca

Lo que no tenía que haber sido noticia, ver a Javier Beirán defender la camiseta del Granca, encestar, colaborar con un triunfo, ser uno más en la cancha, se ha convertido en la imagen de la semana para el equipo que dirige Porfi Fisac, el hacedor de todo el lío que se montó en torno al campeón del mundo y que parece, en parte, solucionado, tras la reintegración del jugador a la disciplina grupal. Beirán llevaba más de un mes apartado de la dinámica de sus compañeros, con situaciones especialmente dolorosas como que le vaciaran la taquilla y ser ninguneado sistemáticamente por el técnico, retratado por el mismísimo Scariolo, quien siguió llamando al alero madrileño para los partidos clasificatorios al Eurobasket 2022.

Ahora la incógnita que se abre es el futuro que le aguarda a Beirán. Fuentes consultadas por este periódico descartan que Fisac recibiera algún tipo de presión o sugerencia por parte de instancias superiores para cambiar su postura respecto al asunto. En el club sostienen que posee «plena independencia» para la toma de decisiones y ese respeto de competencias se ha mantenido en uno de los casos más espinosos que se recuerdan en los últimos años. Por lo tanto, se presupone que no se darán pasos atrás, que Javi dejará de ser un apestado y seguirá haciendo lo que estipula su contrato para que le paguen: ejercitarse según el programa que marca el técnico con sus compañeros y sumar al grupo en los encuentros oficiales. Lo contrario, esto es, volverlo a apartar, supondría un terremoto para la ya delicada estabilidad interna. Fisac no ha terminado de explicar qué es lo que ha cambiado para que haya decidido autorizar su regreso y muy probablemente nadie compartiría sus razones. Pero lo que cuenta es que, aunque sea tarde y mal, rectificó.

Perfectamente asesorado por su padre, José Manuel Beirán, prestigioso alero internacional de los ochenta y eminente psicólogo deportivo, y tirando, también, de su enorme experiencia en el gremio, Javi ha mantenido un prudente silencio en todo este tiempo consciente de que era lo más recomendable, pese a que, por momentos, el cuerpo le pedía denunciar en voz alta lo que consideraba una injusticia. Aguantó sin perder el protocolo una humillación sin precedentes en su brillante carrera y ahora confía en que la normalidad marque las próximas semanas. Pese a que echó en falta mayor sensibilidad institucional, sin mensaje alguno de la dirigencia en momentos de bajón anímico, no está en su deseo avivar la hoguera y va a optar por mantener el perfil bajo. De hecho, ha recibido peticiones de entrevistas que no se han llevado a materializar (desde el club se ha negado esa posibilidad) y, concentrado con España, tampoco ha entrado al trapo respecto a lo que estaba purgando en el Granca. Causaba enorme extrañeza en sus compañeros y medios especializados de todo el país la singularidad de su rol en el Herbalife, pero ni así lograron arrancarle pronunciamientos públicos. Es el primero que entiende que podría ser contraproducente dijera lo que dijera y aunque pusiese la mejor de sus intenciones. Ni en sus redes sociales, más allá de noticias relacionadas con su estancia reciente con España, ha optado por actualizaciones.

Beirán se ha propuesto poner lo que tiene en la lucha por sacar al Granca del pozo de la tabla de la Liga Endesa. Eso es lo prioritario. Porque, con Fisac o no en el banquillo, ya tendrá tiempo para hablar. El respeto y el afecto de la grada es una divisa que le pertenece. Ahora, más que sentarse ante un micrófono, lo que urge es encestar. En eso está.